En el último número, por ahora, de la revista educativa Cáparra, el 14, dedican, en la sección Obra Gráfica, un dossier a Ignacio del Dedo Rodríguez, maestro de escuela (recién jubilado), escritor y algunas cosas más. Desde la página 112 hasta la 122. Incluye dos textos: uno de Isabel Leo y otro mío que copio a continuación. Ayer me alegró la mañana. Se acercó al colegio a llevarme un ejemplar y pudimos darnos un abrazo.
Conocimos a Ignacio del Dedo Rodríguez en el colegio
"Ramón Cepeda" de Jerte, allá por la segunda mitad de la década de
los ochenta del siglo pasado. Hasta su feliz y merecida jubilación, ha sido uno
de los maestros más creativos con los que uno se ha cruzado en su ya larga
carrera profesional, además de una de las personas más interesantes y con mejor
sentido del humor que uno ha conocido en su vida.
Inquieto, curioso, capaz, lo mismo interpretaba una
canción a la guitarra que escribía un cuento. De hecho, la Editora Regional de
Extremadura publicó en 2007 un libro suyo dentro de la colección
Vincapervinca: Pozos del silencio. En ese mismo sello había visto
la luz, justo diez años antes, Un arca de palabras.
Aunque nacido en un pueblecito de la provincia de
Ávila, Zorita de los Molinos, reside desde hace años en Jaraíz de la Vera. Miembro de la asociación
cultural verata Cálamus, ideó una interesante experiencia educativa titulada
“Cartas de Yuste” que, con el subtítulo “Una experiencia de creación
literaria”, fue publicado en forma de libro por la Consejería de Educación de
la Junta de Extremadura en su colección Programa de Cultura Extremeña. De éste
y de otros proyectos concebidos por él, se nos da noticia en su blog La memoria en el camino.
Ignacio del Dedo había sido alumno de José María
Valverde en la Universidad de Barcelona, donde se licenció en Filosofía, y a
uno le gustaba mucho escuchar anécdotas de aquellas clases magistrales del
profesor y poeta de Valencia de Alcántara.
Aficionado a los ordenadores desde que aparecieron por
nuestras casas, es máster en Informática Educativa por la UNED.
Fue, en fin, responsable del Taller de relato y poesía de Jaraíz, vinculado a la Asociación de
Escritores Extremeños, localidad donde trabajó hasta hace tres años como asesor
de formación del Centro de Profesores y Recursos.
Una de sus facetas creativas más interesante es la de
dibujante y pintor. También en el referido blog hay muestras de su destreza en
ese campo. Y ahora aquí, en la revista Cáparra, donde han tenido a bien
resaltar ese significativo aspecto.
Casado con Virginia, maestra de Infantil, cuando nos
encontramos tenían un hijo, Abel. Llegó el siguiente pronto, al que,
machadianamente, le pusieron Martín. Algunas mañanas, eso sí, tras una mala
noche, en el colegio se refería, entre risas, a Caín, que ha dado en músico.