5.9.16

Letrillas del Mar de Cádiz

1
Iba camino de Cádiz
y me tuve que parar
porque estando en San Fernando
es pecado no mirar.

2
Llega el levante a Conil
y el cielo se vuelve blanco.
Sopla el levante en Conil,
y su color es mi ánimo.

3
Las arenas del levante
se levantan por doquier.
Ay, arenitas de Cádiz
volad hasta mi querer.

4
En las ruinas de Bolonia
el sol también es romano.
Bajo sus rayos, la sal
blanquea un viejo pasado.

5
Por los pinos de Los Caños
se nos fue una tarde entera.
Si la volviera a vivir,
tú volverías con ella.

6
Caminito de Barbate
le contaba yo a mi amor
que lo importante era el hecho
de llegar juntos los dos.

7
El faro de Trafalgar
ilumina la bahía
y el barco tiene una guía
para poder navegar.

8
En la azotea se agita
la ropa tendida al sol.
Mi alma como ella se seca
porque no tengo a mi amor.

9
Bajo la puerta, en la plaza,
la fuente una historia cuenta
y yo, para mis adentros,
la traduzco en triste pena.

10
El mar canta una canción
que puede no tener fin.
Uno, sin embargo, sí.
Me angustia ese terco son.

11
Las arenas de la playa
parecen no tener fin.
Por eso sueñas que son
un infinito confín.

12
Si las olas se suceden
sin principio ni final
es porque alguien las piensa
en su círculo inmortal.

13
La chiquilla de la playa
se tumba a tomar el sol
y el sol le dora la espalda
como si fuera charol.

14
Ay, el runrún de las olas
cómo me anima a viajar
y a atravesar los cien mares
que me separan de allá.

15
Desde Medina Sidonia
a veces uno ve el mar.
Si no con los de la cara,
con los ojos del soñar.

16
Vi en Vejer un patio blanco
y una escalera empinada
que subía a las estrellas
por los peldaños del alma.

17
Tarifa tiene murallas
para guardarse del mar.
Si ella se descuidase,
se la podría llevar.

18
Sobre la cal de mi casa
se para el sol a observar
si su color es más puro
que el de los granos de sal.

19
En la Cala del Aceite,
por entre Roche y Conil,
ni el levante ni el poniente
pueden castigo infligir.

20
Vi un barco atracado en Cádiz
y en él me quise montar
para llegar a La Habana
y en casa volver a estar.

Nota: Estas improvisadas letrillas gaditanas, fruto de la temeridad y del entusiasmo, se han publicado en el número 49 de la revista Sibila. Llevaban muchos años escritas y guardadas, a partir de una proposición del periodista cacereño Jeremías Clemente Simón, buen aficionado al flamenco (no digo que esto lo sea), de la que ni él mismo se acordará. A Patricia Ehrle le gustaron y...