"Lo
siento, pero creo que la poesía femenina en España no está a la altura
de la otra, de la masculina, digamos, aunque tampoco es cosa de
diferenciar. (…). No hay una poeta importante ni en el 98, ni en el 27,
ni en los 50, ni hoy. Hay muchas que están bien, como Elena Medel, pero
no se la puede considerar, por una Medel hay cinco hombres
equivalentes”.
Estas declaraciones a la periodista Nuria Azancot del editor Chus Visor, publicadas en El Cultural, el suplemento más serio de la prensa española, levantaron hace unos meses una gran polvareda en el pequeño patio de la lírica patria. Y sin embargo, en estos últimos tiempos, algo ha empezado a cambiar en lo que respecta a la recepción de la poesía escrita por mujeres en España. Vaya por delante que uno no hace distingos, que para mí la poesía es una y, de clasificarse, bastaría con decir que es buena o mala. O mejor: que lo es o no. Sí, con independencia del género de quien la escribe. Lo único que me preocupa, más allá de la incómoda guerra de sexos que suscita, es que este asunto, como parece, se acabe convirtiendo en una moda. Como la del haiku o la del aforismo. Por lo pronto, han aparecido recientemente varias antologías de poemas escritos en exclusiva por mujeres. Así, Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX (1886-1960) (chez Visor), de Raquel Lanseros y Ana Merino, una amplia antología de casi mil páginas que reúne poemas de ochenta y dos mujeres de este y el otro lado del Atlántico. O (Tras)lúcidas. Poesía escrita por mujeres (1980-2016), de Marta López Vilar (Bartleby Editores), donde se reúnen versos de veintinueve poetas nacidas a finales del siglo XX.
Estas declaraciones a la periodista Nuria Azancot del editor Chus Visor, publicadas en El Cultural, el suplemento más serio de la prensa española, levantaron hace unos meses una gran polvareda en el pequeño patio de la lírica patria. Y sin embargo, en estos últimos tiempos, algo ha empezado a cambiar en lo que respecta a la recepción de la poesía escrita por mujeres en España. Vaya por delante que uno no hace distingos, que para mí la poesía es una y, de clasificarse, bastaría con decir que es buena o mala. O mejor: que lo es o no. Sí, con independencia del género de quien la escribe. Lo único que me preocupa, más allá de la incómoda guerra de sexos que suscita, es que este asunto, como parece, se acabe convirtiendo en una moda. Como la del haiku o la del aforismo. Por lo pronto, han aparecido recientemente varias antologías de poemas escritos en exclusiva por mujeres. Así, Poesía soy yo. Poetas en español del siglo XX (1886-1960) (chez Visor), de Raquel Lanseros y Ana Merino, una amplia antología de casi mil páginas que reúne poemas de ochenta y dos mujeres de este y el otro lado del Atlántico. O (Tras)lúcidas. Poesía escrita por mujeres (1980-2016), de Marta López Vilar (Bartleby Editores), donde se reúnen versos de veintinueve poetas nacidas a finales del siglo XX.
Y no sólo antologías. Rosa García Rayego y Marisol Sánchez Gómez han editado 20 con 20: diálogos con poetas españolas actuales (Huerga & Fierro) y la citada Medel, la poeta de moda, da a conocer en forma de libro Cien de cien. Poetas españolas del siglo XX
(La Bella Varsovia), otro florilegio (que surgió en forma de blog)
destinado a rescatar voces apartadas o no del todo reconocidas.
Otra muestra de poesía joven publicada este año, Nacer en otro tiempo. Antología de la joven poesía española
(Renacimiento), de Miguel Floriano y Antonio Rivero Machina, optó por
la paridad, de manera que el número de hombres y mujeres incluidos se
iguala.
En la misma línea vindicativa, Genialogías
(Tigres de papel), una colección de libros de poesía femenina que han
inaugurado María Victoria Atencia y Juana Castro. Y ya que lo menciono,
conviene recordar que la veterana editorial Torremozas, centrada en
ellas, ha alcanzado ya los 300 títulos.
Más
allá de vanas polémicas, de sangrantes olvidos, de modas efímeras, de
desequilibrados recuentos de ganadoras de premios literarios o de
sillones con letra de mujer en la Real Academia, lo que importa, en mi
modesta opinión, es que ningún poema de ningún poeta (dignos ambos de
tal nombre) quede fuera del alcance de los lectores. Esté escrito,
faltaría más, por un hombre o por una mujer.
Nota:
Este artículo, destinados en principio a los lectores griegos (como todos los que
publico en esa revista), ha aparecido en el número 16 de Frear.