Irene Marsilla/Las Provincias |
Con motivo de la publicación en Vandalia de Regiones devastadas, Andrés Seoane entrevista a Guillermo Carnero para El Cultural. Entre otras cosas dice: "Ahora me he dado cuenta de que lo más corto tiene a veces la misma intensidad que lo largo pero conseguida de otra manera, a base de síntesis, de concisión, no a base de evolución de un pensamiento que se autogestiona. Estos poemas ofrecen una intensidad conseguida de otro modo". Y sigue: "El estilo nunca está fijado, porque si uno no tiene algo nuevo que decir, o una nueva forma de decir lo que siempre ha dicho, que creo que es el acierto y la realidad; entonces ¿para qué escribir? Todo el que tiene un mundo personal, al final lo que ha estado haciendo son variaciones constantes sobre él, y el que no lo hace es que no tiene un mundo propio y entonces es mejor que se calle".
Seoane le pregunta si el libro podría verse como "un testamento moral", a lo que el autor de Verano inglés responde: "Yo le llamo a eso el intento de definir la propia identidad. La poesía sirve para eso. Jaime Gil de Biedma decía que es un proyecto de autosalvación, y creo que se refería a lo mismo. A cómo te reconoces a ti mismo en el poema y el poema te ayuda a definir lo que tú eres; a cómo amplías tu visión del mundo a base de leer y de escribir. Porque no es lo mismo pensar que escribir, se escribe con palabras, pero a veces se piensa con emociones y con imágenes, y la verdadera forma global de pensar es a través de la escritura. Yo lo que intento es saber quién demonios soy y porque hay cosas que me llaman y otras que no. Cuando una cosa de la realidad o la imaginación me llama me está diciendo: tú eres algo que no sabes todavía. Y entonces surge esa analogía entre la experiencia cotidiana y la experiencia cultural en la que tantas veces me he expresado. Una cosa que me interroga y me emociona me dice algo de mí que no sé todavía. Y de esa interrogación y de la exploración de esa llamada, es de donde surgen los poemas"."Afirmaba hace años -sigue Seoane- que el poeta era una especie en extinción. ¿Lo sigue siendo?" "La verdad -contesta Carnero- es que es un género que tiene muy poca presencia en la cultura colectiva, tiene muy pocos lectores. Y la culpa es de la educación. La degradación de la educación ha ido eliminando los géneros que se consideran más difíciles. Y no lo son, lo que pasa es que ya tienen el marchamo de que son ininteligibles. Gran culpa de lo cual la tiene una especie de enfermedad infecciosa que tuvieron las letras a principio del siglo XX que se llama surrealismo, que ha hecho un daño infinito. Lo que se ha perdido hoy es la capacidad de percibir el tipo de experiencia lectora única que ofrece un poema, el lenguaje poético. Esa capacidad de percibir la intensidad, porque un poema es un acto de intensidad, considerar que eso va contigo, que habla de cosas que te conciernen; eso es lo que la falta de educación nos ha hecho perder. Y es muy difícil que se recupere".
Además, reflexiona sobre esa dizque poesía escrita por cantautores (que a uno más le parecen cantamañanas) y sobre la pérdida "definitiva" del mundo clásico: "En un cuarto de oficiales de cualquier ejército de la Primera Guerra Mundial se podía hacer un concurso para ver quién escribía un poema en griego más deprisa. Eso hace solo un siglo".