«Empecé a escribir con nueve años, poemas sin ningún valor, obviamente, pero que indican algo importante: la poesía ha sido siempre una presencia fundamental en mi vida». Son palabras de Paul Auster en su entrevista con el escritor Eduardo Lago que publicó recientemente Babelia.
«Cuando se le pregunta por los novelistas norteamericanos activos durante sus años de formación, Paul Auster vuelve a hacer una reivindicación contundente de la poesía: “No me interesaban, sólo me atraían los poetas. Durante mi adolescencia, la poesía estadounidense atravesaba una verdadera edad de oro. Le podría citar infinidad de nombres: Robert Creeley, Charles Olson, Robert Duncan, George Oppen, Louis Zukovski, W. S. Merwin, Elizabeth Bishop, Robert Lowell, Theodore Roethke, Sylvia Plath. Y sólo estoy rascando la superficie, la lista es infinita”.
Paul Auster no buscaba en la poesía un vehículo para expresarse como creador. Aunque publicó libros de poemas, siempre fue consciente de sus limitaciones».
Termina: «“Durante mucho tiempo viví con el fantasma de la muerte súbita, pero ya lo he superado”. La poesía, una vez más, acude en su ayuda a la hora de explicar el enigma de la vida cuando, sin saber cómo, quien la ha vivido de pronto vislumbra el final. Auster ha citado muchas veces un verso de George Oppen sobre la vejez que reza: “Qué extraño que a un niño le pase una cosa así”».