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Serrano Arce/ABC |
Javier Gomá, autor de
Inconsolable, escribió hace unos meses
una carta a sus hijos en una sección que me gusta,
Carta blanca, de
El País Semanal. Una carta póstuma, cabe añadir. Al principio leemos: "He sido vuestro padre mientras vivía y no tengo intención de dejar de serlo ahora solo porque haya muerto. La paternidad no declina, ni siquiera por la circunstancia de la muerte. Aunque naturalmente muta y estas líneas son para explicar ese cambio". Y ya al final: "¿Que cómo pretendo que esta carta no sea leída hasta después de mi muerte si ya ha salido publicada en un periódico global? Porque, entre las lecciones de vida que he transmitido a mis hijos, está la de leer solo por placer. Y he observado que tienen la sana costumbre de no leerme". (Lo que a uno, por cierto, le tranquiliza.)
En otro sitio ha dicho algo también muy sensato: "Cuando se escribe, hay que ir ya llorado". Me refiero a su
conversación con Borja Hermoso publicada en
El País. Y ayer mismo, aciago día, cuando Luz Sánchez-Mellado, también en el periódico madrileño, le
preguntaba cuál es la palabra del siglo XXI, el filósofo y muchas cosas más respondía: "Elegancia, porque hoy no se trata sólo de ser libres sino de elegir bien. Y eso es la elegancia".