La Opinión de Murcia |
“Por insuflar un aire nuevo a la tradición clásica, avanzando en profundidad en esta nueva entrega poética, plena de belleza formal y sentido de la rebeldía ante el pensamiento único vigente” le han concedido a Gloria, libro del poeta Julio Martínez Mesanza (Madrid, 1955), a la sazón director del Instituto Cervantes de Estocolmo, miembro de la Generación de los 80 o de la Democracia, el Premio Nacional de Poesía. Fue publicado el pasado año en la colección Adonais (es miembro del jurado de su famoso galardón). En su momento, sugerí a la redactora jefe de El Cultural una reseña de la obra que ella aceptó de buen grado. Apareció el 14 de abril de este año.
En el jurado, poetas que han venido defendiendo la particular poesía del madrileño, que durante años fue reuniendo sus poemas al amor de un único título: Europa; así, Luis Alberto de Cuenca (su principal mentor), Julia Barella (que lo incluyó en su singular antología Después de la modernidad) y José Luis García Martín (otro de sus antólogos, que también reseñó elogiosamente el libro). Esto no quita mérito a la decisión, pues eran muchos más los integrantes del alto tribunal lírico. El libro se basta.
Porque me gustan su mundo y su tono, siempre he defendido la poesía clásica de Mesanza. Y a él mismo, ajeno a camarillas, que tuvo que soportar, cuando éramos jóvenes, injustas acusaciones por culpa de sus creencias religiosas y políticas, así como por el tono épico que transmitían sus versos. Sus endecasílabos son inigualables.
No me olvido, en fin, de los libros de Fermín Herrero, que no he visto (y me extraña) entre los finalistas, y de Jordi Doce, que según las filtraciones (públicas a través de Facebook), quedó entre los últimos aspirantes al Nacional. Lo hubieran merecido, Como, por ejemplo, Juan Bonilla, José Mateos, Verónica Aranda o María Ángeles Pérez López, por citar autores de libros que he comentado y que también figuraban en la lista. Premios.