19.1.18

Melero, académico

El pasado 20 de diciembre de 2017, el bibliófilo José Luis Melero ingresó en la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza. El acto fue todo lo solemne que cabe al caso y el ilustre zaragozano aparece en las fotografías con el elegante atuendo y la cara de circunstancias que se esperan en un acontecimiento de esa categoría. Pero no es Melero, o eso intuye uno, que lo conoce de leídas, el hombre serio y circunspecto que vemos en esas imágenes y para demostrarlo basta con leer su discurso Una aproximación a la bibliofilia: los libros, la vida y la literatura. Lo que allí relata, porque este hombre es ante todo un gran conversador y el tono de su literatura conversacional; lo que allí relata, decía, está, en lo fundamental, recogido en sus libros, esas delicias del rigor y del saber que algunos hemos tenido la fortuna de degustar. Lo que pasa es que aquí, obligado por el género, lo cuenta de otra manera. Mil veces podríamos escucharlo sin cansarnos. Porque son anécdotas tan sustanciosas como divertidas y porque están espléndidamente escritas, con una pasión inteligente y contagiosa. A la erudición sobre los libros se le sobrepone la gracia de la literatura, la que sólo aflora en quienes, además de amarlos por su condición de objetos, que es la pulsión que predomina en quienes los coleccionan, extraen de su lectura las armas necesarias para expresar sus sentimientos y sus pensamientos. 
Está claro que para Melero vida y literatura son lo mismo y que el enlace entre ambas está en los libros. También que conoce muy bien a quienes los atesoran; gente, por lo demás, de variada condición, del personaje más atrabiliario al más ejemplar. De sus manías, sus tipos y sus actitudes habla Melero. Y de sus viudas. Y de sus sosias, los libreros ("Sin libreros no hay bibliófilos"). Y de bibliotecas y rarezas, tanto de ejemplares como de personas entregadas a esa "perversión mayoritariamente masculina". ¡Qué tropa!
El volumen, exquisita y clásicamente editado, incluye el discurso de contestación de Ramón Acín y el institucional del Presidente de la Real Academia, Domingo Buesa, que son, más allá del elogio, también dos excelentes disertaciones en defensa de la lectura y de los libros. 
En el último número de la revista Clarín se adelantan las respuestas de Melero al famoso Cuestionario Proust (que formarán parte del libro Cuestionarios Proust y Bolaño, de Ricardo Álamo). Allí cuenta que su mayor extravagancia (lo relata en su discurso) fue "decirle que no a Vargas Llosa cuando me pidió que le regalara la primera edición de su primer libro, que él entonces no conservaba y que yo le llevaba para que me la firmara". O que "Como lector enfermizo, lo que más me horroriza es pensar que un día no pueda ver para leer". Y concluye: "La vida sin libros no tendría sentido". 

Oliver Duch/El Heraldo