28.2.18

Vida literaria, o así

HOY/Andy Solé
Ni me gusta ni uno la ha practicado nunca, o casi. De ahí que cuatro días seguidos de festejos literarios le hayan dejado a uno transío. Me refiero a las actividades de Centrifugados y, antes, a la presentación de Un final para Benjamin Walter, el penúltimo libro de Álex Chico -el último es Vivir enfrente (Nueve conversaciones)- que tuvo lugar, con la debida concurrencia, en La Puerta de Tannhäuser. 
No es que uno haya acudido a todo lo programado en la cuarta entrega de Centrifugados, pero sí he asistido a algunas lecturas (me gustaron mucho la de José Antonio Llera y la de Valter Hugo Mãe), un par de mesas redondas (que este año me han parecido muy interesantes), la performance de Gonzalo Escarpa (no es lo mío, como los recitales a altas horas de la noche) y, no me olvido, la entrega del Premio Centrifugados a Luis Landero, con discursino previo de Gonzalo Hidalgo Bayal (cuánto se puede decir en tan pocas palabras, pongamos setecientas). Con Landero tuvimos ocasión de compartir unas cuantas horas de conversación y amistad, acaso las mejores del fin de semana. Y ya que menciono la palabra amistad, bueno será recordar la cantidad de amigos -gracias- con los que uno se ha encontrado por fin o sencillamente reencontrado en esos intensos días.
Nos pilló por sorpresa la decisión de Cumbreño, dispuesto a suspender esos encuentros que tan bien ha sabido concebir y llevar, sobre todo este año. Comprende uno que esté cansado (su empeño es muy personal) y que su salud se resienta y que las trabas burocráticas hastíen a cualquiera, pero sería deseable que siguiera. Me consta la buena disposición del Ayuntamiento de Plasencia, que, no se olvide, los ha hecho en parte posibles. Lo merecen sus entregados seguidores, un nutrido grupo de lectores, editores y escritores, y también la pobre Extremadura, por más que su alcance sea, es verdad, universal. La prueba es esa edición que se anuncia en Cleveland para 2020. 
Decida lo que decida Chema, nadie podrá discutir que lo conseguido es mucho. Con todo, ojalá continúe la fiesta. No pocos (sosos incluidos) estaríamos dispuestos a echarle una mano, y él lo sabe. Chapeau!