El
colombiano Ospina (Tolima, 1954), amén de
ensayista (Los nuevos centros de
la esfera, América mestiza, etc.) y novelista (Ursúa, El País de la Canela y La
serpiente sin ojos) es autor de los libros de poesía Hilo de arena (1984), La luna del dragón (1991), El país del viento
(1992) y ¿Con quién habla Virginia
caminando hacia el agua? (1995). Estos y un puñado de Poemas tempranos, África (1999),
así como una selección de La prisa de los
árboles (un libro “inacabado”) conforman el núcleo de su poesía a la que,
para esta edición, Ospina añade dos extensos libros inéditos: Más allá de la
Aurora y del Ganges y Sanzetti, que ocupan la mitad de un volumen
de 600 páginas y cincuenta años de escritura.
En Ospina sobresale su condición de poeta, uno de los más señeros del panorama lírico
hispano. Lo descubrí en la certera antología de Ramón Cote Diez de ultramar (Visor, 1992).
“Unas pocas palabras iniciales” abren estos poemas reunidos.
Pronto, al leer los que recupera de sus comienzos (“trozos de espejos rotos”),
se nos impone la presencia de Borges, más que un maestro. Esos particulares sonetos
y muchos versos más podría haberlos escrito el argentino. Como él, utiliza
prólogos al frente de sus entregas, compuestas por poemas extensos de versos
interminables donde se aprecia un extraordinario dominio de las formas, la
métrica (muy variada) y el ritmo, una música majestuosa y elegante por demás. No
suele faltar, otro rasgo borgeano, lo narrativo y muchos son auténticos relatos
y hasta novelas comprimidas.
Tampoco el arte es ajeno a su poética culturalista, propia
de un impenitente, curioso y perplejo viajero
que busca la belleza (Grecia, Italia, España, Francia y muchos sitios más, como
se comprueba en La prisa de los árboles o
en Sanzetti).
Y de un incansable lector. De Borges, Kafka, Nietzsche, Whitman (del que toma
su tono declamatorio: “Lo que nombro es eterno”), Hölderlin, Cervantes o Pound,
a los que convierte, además, en personajes de sus propios poemas. Admirador de Humboldt
(“este es el asombroso mundo que quiero”, pone en su boca) y de Picasso, Turner
y el Bosco.
Destaca, en fin, el uso ejemplar del monólogo dramático, muy
frecuente en su obra. Uno es otros. O de la carta, un formato que, como la
necrológica, domina.
Ospina defiende “la sobriedad, la precisión, la pasión, la
sinceridad y el ritmo” y alude a “la sagrada función de la poesía”.
Otra de sus características es la épica, omnipresente en El país del viento, un libro inspirado y
unitario por donde circulan las “voces” de mongoles, sioux, vikingos o dakotas.
Y la de Lope de Aguirre. Las que constituyeron América. “Después del mar, todo
adversario parece pequeño”.
La historia es otro lugar común. Relacionado, claro, con el
pasado y con el tiempo: “arquitecto de escombros”, “que transforma todo en magia o leyenda”.
Mención aparte merecen los dos libros inéditos que incorpora.
Más allá de la
Aurora y del Ganges surge de dos viajes a la India, a “lo ilimitado”. “A
cinco guerras de distancia”. Esta suerte de diario integra todo lo que un
viajero puede captar de ese país de dioses y muchedumbres. “¿Tú sabes que es la
India? / El universo, todo”.
Sanzetti contiene 171 poemas de doce versos divididos en
tres estrofas. Todos con la letra inicial de cada verso en mayúscula. El ritmo
(abundan los alejandrinos) es un tanto recurrente. Prima en ellos la
imaginación, las asociaciones sorprendentes y cierta irracionalidad.
Este es un libro denso, sí,
para leer despacio. Con un verano por delante, pongo por caso. La poesía de
Ospina atrapa, sin duda. “Los lectores hallarán aquí una obra de gran
complejidad y hondura, con una enorme belleza verbal”, resume Abad Faciolince.
Poesía completa
William Ospina
Lumen, Barcelona, 2022. 602 páginas. 23 €
NOTA: Esta reseña se ha publicado en EL CULTURAL.