Mi paisano Antonio J. Armero, periodista del HOY, entrevistaba ayer para su periódico a Victoria Bazaga, la nueva consejera de Turismo, Cultura, Jóvenes y Deportes de la Junta de Extremadura. En un momento dado le pregunta: "La Editora Regional también fue una marca reconocida. ¿Qué harán para que la recupere el prestigio que tuvo?", a lo que ella responde: "Trabajar, ser selectivos, buscar proyectos realmente interesantes. En mi equipo hay tres escritores: el secretario general técnico (José Luis Gil Soto), la nueva responsable de la Fundación (Carmen Sánchez Risco) y el responsable de la Editora (Antonio Girol). Es gente con sensibilidad y que entiende el mercado". Entonces Armero, que es persona culta e informada, repregunta: "Pero al responsable de la Editora no se le nombra para que escriba, sino para que gestione...". Bazaga concluye: "Pero tiene un equipo. Nadie puede cuestionarse que la Editora esté en malas manos, porque tiene un equipo de funcionarios muy bueno, que bien liderado hará un gran trabajo".
Vayamos por partes. No es que tuviera uno mucha confianza en que el PP nombrara para esa consejería a alguien que viniera del mundo de la cultura (la vida profesional de la señora Bazaga ha estado dedicada al turismo). Como pasa con el PSOE, su sensibilidad cultural es mínima o directamente ninguna. Ya se sabe que en política cualquiera vale para esos asuntos. Son menores. Incluso en esta tierra donde lo histórico y lo patrimonial tanto valen. Dando por descontado ese hecho, el del nombramiento de una persona sin trayectoria o sin perfil en la materia, suponía uno, lo que era mucho suponer, que designaría para el cargo de director de la Editora, cuyo prestigio no mengua a pesar de los intentos de las sucesivas administraciones para que así sea desde que dejó de ser consejero Paco Muñoz y presidente Ibarra, que designaría, iba diciendo, para ese cargo a alguien que sí tuviera ese perfil y cierta trayectoria. Me equivocaba. Con lo fácil que hubiera sido encontrarlo o, mejor aún, mantener en su puesto a Luis Sáez que ha demostrado sobradamente su capacidad y su valía. Claro que para eso tendríamos que vivir en un país que no fuera cainita y contar con partidos políticos que no se tuvieran por enemigos. Que antepusieran, quiero decir, el bien común o público sin necesidad de mirar el carné del ciudadano, más aún cuando de la cultura se trata.
Lo deja caer con astucia, al contraataque, Armero en la última pregunta de su espléndida entrevista, la tercera en el orden de las que copio aquí: "¿No cree que sería saludable que la cultura viviera al margen de los vaivenes políticos, que no se cambiaran cargos a cada cambio de partido en el gobierno?", y Bazaga responde: "Sí. Por eso es importante acertar con la gente a la que traigamos, para que pueda tener continuidad. Y por eso hay gente que estaba al llegar nosotros y seguirá aquí". Por desgracia no ha sido el caso de Sáez. Craso error.
De ninguno de los tres escritores que menciona la consejera, mea culpa, tenía uno noticias. Me asusta, eso sí, su afirmación de que "es gente (...) que entiende el mercado". ¿Mercado? ¿Qué mercado? Me da que la que no entiende de qué va lo de los libros que publica la Editora es ella. Debería informarse cuanto antes. Esto tiene poco que ver con su defensa de la "industria cultural". Sigo. Compruebo en la Wikipedia que Gil Soto es novelista histórico y que ganó el premio Ateneo de Sevilla. Me cuenta Google que Sánchez-Risco ha publicado este año su primera novela, La primera mestiza, basada en la vida de Francisca Pizarro Yupanqui Huaylas. Según La Vanguardia, Antonio Girol (crítico taurino, nada que objetar) "este año ha publicado su primera novela, Virginia Lot, una historia en la que se cuenta la historia de superación de una joven marcada por la violencia de género de su familia en la década de los años ochenta. Además, ha escrito la obra de teatro Un paseo por la historia y ha sido galardonado en distintos certámenes por sus relatos". Dejando a un lado el currículum de cada uno, los dos primeros bastante tendrán con atender a sus respectivas responsabilidades y el tercero con ser capaz de mantener el catálogo de la Editora a la altura de su prestigio, que no es poco. Cuenta, dice la consejera, con "un equipo de funcionarios muy bueno". No sé si quien lee sabe que se está refiriendo a una jefa de servicio y a una auxiliar administrativa. La primera, María José Hernández, filóloga de formación, es el alma de esa institución, una profesional como la copa de un pino y, sin duda, un puntal sobresaliente de la misma; una mujer con una capacidad de trabajo digna de elogio que, añado, bien podría haberse hecho cargo, si querían un cambio a toda costa, de la dirección de la Editora. Pero hablamos de... ¡una persona! Si el nuevo director no estuviera, como sí lo estaba el anterior, a la altura de su tarea... Con liderar no basta cuando el "equipo" es tan exiguo.
Confío en que la Editora sobreviva. Lo ha venido haciendo en las últimas décadas contra viento y marea, con directores capaces, mediocres o pésimos. Mientras no se atrevan a eliminarla del mapa... No basta, insisto, con el tesón de una o dos personas, sobre todo si nos jugamos la pervivencia de uno de los baluartes fundamentales de la Cultura (con mayúscula) de Extremadura.
Y no, no es lo mismo ver los toros desde la barrera que torear en medio de la plaza a un buen morlaco. ¡Suerte, maestro!