Las revistas literarias en papel son ya objetos extraños a los que nos acercamos analógicos irredentos y pocos más. Con todo, algunas sobreviven. Así, la sevillana y ultramarina Sibila, que publica su número 74. No deja por eso de sorprendernos cada vez que la abrimos, siquiera sea por ese papel amalfitano que gasta (su olor, su tacto), aunque lo que más importe tenga que ver con a la calidad de sus colaboradores, el encarte con obras del artista correspondiente (en este caso, el escultora coreana Yoon Hyun Jin) y el cedé con una obra musical (esta vez, una ópera en un acto, Oteiza, del compositor Juan José Eslava). Recuerdan a Carlos Germán Belli (hay poemas inéditos) o a Italo Calvino (Paco Jaurauta). Artículos que se titulan "Ida Vitale y la autobiografía del lenguaje", "Una casa en Tel Aviv" o "Celan traduce a Dickinson" no pueden dejarnos indiferentes. Si no ha pinchado encima del 74, hágalo y compruebe el elenco.
Otra que asombra por su belleza es la malagueña Litoral, que en esta ocasión dedica la entrega a los jardines. Impresiona la cantidad de poemas, tan hermosos como plantas y flores, que se recogen y, más allá, la bien escogida selección de obras de arte, cuadros ante todo, que ilustran esos versos. Y no sólo, ya que hay textos, entre otros, de Antonio Muñoz Molina, María Belmonte y Luis Alberto de Cuenca (sobre el Retiro madrileño) que enaltecen aún más el florilegio.
También Turia (que, como todas, busca suscriptores, ánimo) nos ofrece un número (el 152) redondo. Dedica el dosier al desaparecido escritor bilbilitano José Verón Gormaz, del que traza un perfil soberbio su amigo José Luis Melero. No se puede uno perder las sustanciosas, extensas entrevistas. A Ida Vitale (de Fernando del Val), la poeta eterna, y a Fernando Savater (de José Antonio Vila), un filósofo más necesario que nunca, a pesar de quienes se empeñan en ubicarle en la fachosfera. Mejor me callo.
Los diarios del director, Maícas, son otra parada obligatoria. Más para los letraheridos residentes en provincias. Y además, relatos, poemas, ensayos, reseñas... Un festín.
La extremeña Suroeste, la única que publica originales en las distintas lenguas oficiales de España, además de en portugués (peninsular y cosmopolita por derecho), es otra de nuestras glorias revistiles. Impresiona su sola presencia. Por su empaque. Este es su número 14. En la cubierta aparecen, según costumbre, los nombres de todos los que colaboran. Las ilustraciones corren a cargo de las artistas Paula Valdeón Lemus y María Jesús Manzanares, de cuyas obras se adjuntan sendos encartes.
Calicanto, desde Manzanares, alcanza su número 37. El segundo de su segunda época, bajo la dirección de Teo Serna. Se publican inéditos de poetas como Guillermo Carnero, Juan Lamillar, Andrés Neuman, Arturo Tendero, Eva Hiernaux (visuales), Jorge de Arco (director de otra digna revista periférica: Piedras del Molino), Cobos Wilkins o Rosa Lentini. Y prosas. De Ezequías Blanco, por ejemplo. Se cierra la entrega con un puñado de reseñas y un homenaje al poeta Antonio Hernández.