30.6.12

DVD, adiós

Tenía que haber dicho algo antes. Sobre la triste desaparición de la editorial DVD. Otros se me han adelantado y lo han expresado mejor. Martín López-Vega, por ejemplo, que sabe bien de lo que habla. No en vano ha sido uno de los autores por excelencia de la casa.
Conocí al editor Sergio Gaspar hace muchos años, cuando sólo era poeta, no sé si tan desconocido como ahora. Ha sido el artífice, junto a colaboradores y amigos como Eduardo Moga, otra pieza clave de ese proyecto que ahora termina, de la vida de DVD.
Me acerco a la estantería donde tengo agrupados todos los libros deuvedianos que poseo y saludo a poetas extranjeros que admiro, como Simic y Tomlinson; a amigos, como Jordi Doce, Alberto Santamaría, Carlos Alcorta, el citado Moga... 
Sus cubiertas lo decían todo. Esa sobriedad era su mejor poética. 
Uno de los libros que más me impresionaron de cuantos ha venido publicando la editorial barcelonesa fue Poemas japoneses a la muerte, en edición de Yoel Hoffmann y traducción, otra vez, de Eduardo Moga. Lo tengo siempre a mano, en un estante cercano a esta mesa.
Lo dicho, para cualquier lector de poesía de este país es una lástima que DVD desaparezca. Para éste, eso y más. Con todo, Sergio y compañía, ¡que os quiten lo bailao!

29.6.12

La mirada de Isabel

De Isabel Sánchez, la bibliotecaria salmantina de Badajoz, que lee en su blog Un centro fugitivo. Una lectura, por cierto, más allá de los elogios y otras consideraciones, tan de agradecer, muy emocionante.
Se recomienda empezar pinchando Another day, del pianista Oscar Peterson, la pieza de jazz elegida por Isabel para escuchar de fondo.

De los periódicos

El diario HOY se hace eco del homenaje a Santiago Antón, de cuya crónica se ocupó uno aquí hace días. Siempre dije que Santi era muy fotogénico. Ah, y, aunque no se le oiga en la foto, un fallido locutor de radio. Por no repetir las virtudes que le han hecho acreedor del merecido festejo.

28.6.12

Poetas














En lo referente a los poetas, suelo tener presente dos citas. Una, el de aquella poética de José Luis Jover ("Poema al modo de Anthony Thwaite") incluida en la antología Poesía joven, de Concepción G. Moral y Rosa María Pereda (Cátedra, 1979), donde tras mencionar un centón de nombres, concluía: "Una sola cosa es cierta. Que somos demasiados". La otra, unas palabras de Borges en el prólogo de su libro Los conjurados: "No hay poeta, por mediocre que sea, que no haya escrito el mejor verso de la literatura, pero también los más desdichados". Eso vale para todos. También para Jesús Aparicio González (Brihuega, Guadalajara, 1961), autor de La papelera de Pessoa. La luz sobre el almendro (Libros del Aire), en el que brillan más los aciertos que los errores, los versos felices que los desafortunados. Un poema, por ejemplo el titulado "Suficiente" (que rima con elocuente), basta para justificar lo que digo. No es poco.
Y para los jóvenes poetas extremeños que publican sus mínimas plaquettes en el número cuatro de la colección 3x3, que dirige el incansable Antonio Gómez; una de las mejores de la serie, por cierto. Se trata de Victoria Mera, Isabel María Méndez y Miguel Bravo Vadillo.
Y, en fin, para David Eloy Rodríguez (Cáceres, 1976), afincado en Sevilla, que reedita, correcciones mediante, Miedo de ser escarcha. En la Editora Regional de Extremadura también. 

(Nota: Imagen tomada del blog de Francisco Barbachano.)

27.6.12

En la web de Fernando Pérez

Celes, su hermana, empeñada como nadie en que la memoria de Fernando siga viva, da cuenta en su web de la aparición de Un centro fugitivo, un libro en el que, cómo no, se menciona y recuerda al inolvidable editor.

La tele

Uno por la noche, como casi todos los mortales, ve la tele. A esas horas -de las nueve en adelante- hago eso por costumbre. Primero el informativo (hasta ahora, el de la 1), luego, El Intermedio (que no va demasiado bien) o un documental de la 2 (que si el último emperador de China no están a mi alcance). Me suelo dormir antes de que termine. Madrugo mucho y no me echo la siesta. Bueno, y que los niños cansan.
Cuando se anunció el nuevo programa de entrevistas de Julia Otero me alegré. Volvían, por fin, modos mejores, aunque fueran de otros tiempos. No vi la primera entrevista, con el torero Cayetano (no me gusta escuchar a los toreros, prefiero verlos torear), pero sí la segunda, con Vargas Llosa, el escritor perfecto, se podría decir. Leí en el periódico que la protagonista de la tercera iba a ser Ana García Obregón y mi gozo, ay, terminó en un pozo. Se ve que no hay manera. El lunes pasó por allí, lo sé, Alejandro Sanz. Me imagino que Mario Vaquerizo está al caer. Que no me esperen.

26.6.12

Inclinaciones

Teoría de las inclinaciones se titula la última entrega del inquieto editor Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) y ha sido publicada en la elegante Los Papeles del Sitio. Es la segunda de las diez que componen el proyecto Fábula, cuyos títulos aparecen, a lo Trapiello, en la solapa posterior y en una de las páginas iniciales de la obra. Cuenta JSM que se concibió a partir de un viaje a Roma realizado en 1984 y añade: "es indispensable la lectura de La vida alrededor [título del libro primero, La Isla de Siltolá, 2010] antes de tomar en las manos esta obra". Uno, vaya por delante, se ha saltado la norma no sé con qué consecuencias.
Tres son las inclinaciones a que se refiere: la poesía, que está por encima de la vida y hasta de dios (con quien dialoga en esta parte); el amor, "como complemento del absoluto, y "conseguir fusionar la música y la literatura como arte supremo". 
Quien se haya acercado ya a La vida al filo de la espada, el blog de SM, no le extrañará el tono de este libro que, como dice su autor, con serlo, es más que un diario. "Apreciaciones" llama él a estos apuntes que, aunque puedan parecer improvisados, escritos a vuelapluma, están forjados en la meditación. 
No es un libro que se pueda resumir, al que nos podamos acercar de otra manera que no sea leyéndolo con la calma debida y la atención en guardia. Su estilo, muy particular (como estilo que es), nervioso y tenso, exige que el lector quiera "ver, entender". Porque, advierte en las palabras iniciales, "la mayoría de las personas se limitan a observar y sus limitaciones nunca serán inclinaciones". Aquí los "matices" lo son todo. Es literatura... No quiero dar a entender que sea un libro críptico o hermético, todo lo contrario, pero hay que saber leer entre líneas pues lo evidente puede serlo... o no. Será por eso que abundan los aforismos, emboscados o a la intemperie.
Subraya uno las múltiples referencias a su labor de editor y, por tanto, a Siltolá, más que una editorial, más que una casa: el sello y el lugar que ha puesto en marcha ante el desconcierto del patio poético patrio. Una editorial que "nace para vivir el tiempo que desee y la distancia que nadie determine". Una casa que "es una isla, una forma de vida, un encuentro. No es remordimiento ni grandeza".
Me interesan especialmente sus reflexiones sobre la poesía y los poetas, donde ni una (no en abstracto, en concreto) ni otros salen bien parados, sobre todo los jóvenes. Confiesa que dejó de escribir en plena guerra entre la poesía de la experiencia y la de la diferencia, dos caras de la misma moneda, y a esos grupos o escuelas les dedica algunas invectivas, pero no le duelen prendas citar en más de una ocasión a uno de los líderes de la corriente hegemónica de nuestro fin de siglo, tal vez porque los rótulos sirven para poco y las obras, que los desmienten, para todo lo contrario. 
En sus páginas aparecen los habituales. Ante todo, su santísima trinidad poética: Rosales, Parra y Colinas. También JRJ, Claudio Rodríguez, Pablo García Baena, Trapiello o Luis Alberto de Cuenca. Y otros amigos, poetas como él; Abel Feu, Aquilino Duque, Tomás Rodríguez, E. García-Maíquez. Además, se menciona a más gente, con iniciales o por sus nombres: Francisco Bejarano, Olga Bernad, Elías Moro...
Si bien no falta la ironía y hasta el sarcasmo, que empieza por él mismo, o por el personaje que protagoniza este libro (no me gustaría pasarme de listo), que nadie busque aquí ajustes de cuentas ni líricas venganzas. Si acaso, además de la guerra citada, algunas líneas en contra de los suplementos literarios y de la crítica, de los mentirosos gana premios o de los postpoéticos chicos nocilla, lo que no deja de ser un lugar común para cualquier cronista de estos tiempos.
El lector encontrará una defensa a ultranza de la independencia y del liberal "vive y deja vivir", lo que choca, claro, con la vida en una ciudad cerrada como Sevilla o, por extensión, en un país llamado España. Donde, por cierto, viven, vivimos, españoles. Londres y Barcelona ponen el contrapunto. Y Cádiz, of course, de donde no todo el mundo, ay, puede ser.
Sin pelos en la lengua, con indisimulable pasión, a JSM no le importa señalar con el dedo al emperador de turno y, por muy educado que sea gracias a su señora madre y a su paso por el Guadaira, denunciar que va desnudo. Tampoco abominar del "yo" (del yomimeconmigo, dice él, que le "cansa") y de los peligros del ego, aunque estas páginas sean, parafraseando a Hierro (que también aparece como secundario por ahí), un personal y transferible "cuanto sé de mí". Y eso sirve tanto para renegar del existencialismo como de las conversaciones telefónicas o de los e-mails. Quiero decir, para lo más profundo y para lo aparentemente anecdótico, que es lo que en realidad revela quiénes somos. Él es, entre otras cosas, un solitario al que le gusta beber Mexican Mule. "La verdad nos oculta", escribe. Y "soy un conjunto enorme de manías". JSM es un "raro", lo sabe desde chico. Un ser sincero, mal que le pese a Juan Cruz. Alguien, en fin, que entre la vida y la poesía elige la segunda porque "es en sí la existencia".
La saga Fábula promete, aunque de sueca, lo puedo asegurar, tiene bien poco.

25.6.12

El club de los poetas muertos

Compruebo una vez más en el periódico que nada mejor para la salud poética de algunos poetas que su muerte. Por paradójico que parezca. A ser posible, prematura. No hace falta citar a los clásicos. Lois Pereiro fue un maldito o ejerció de tal. Ahora, nos cuentan, es un mito viviente de la literatura gallega. La Real Academia de allí le ha dedicado este año; esto es, el Día das Letras Galegas. Dicen que si no hubiera escrito en gallego, una lengua minoritaria, de ésas que gustan tanto a Steiner, sería un Valente. 
Miguel Ángel Velasco es un poeta de mi generación que publicó libros, ganó premios (el Adonais y el Loewe entre ellos)... Se movió, en lo literario, en torno al poderoso grupo de poetas valencianos encabezados por Marzal y Gallego, pero de él nadie habló más de la cuenta hasta hace poco, cuando, oh casualidad, murió de forma súbita -y a buen seguro injusta- a los 47 de su edad. Que se lo pregunten a Abelardo Linares, editor del último libro que publicó en vida. Tusquets incluye en su colección Nuevos Textos Sagrados La muerte una vez más, reunión de cuatro libros inéditos del poeta mallorquín, Espinas, Historia de las manos, La muerte una vez más y Circulaciones, en edición de Isabel Escudero. En una reseña que no lo es, Santiago Gamboa, compañero de piso de Velasco en el Madrid de los ochenta, recuerda en Babelia al hombre, sobre todo, al amigo, del que dice: "Nunca he vuelto a conocer a nadie tan convencido y seguro de su genio (tal vez Roberto Bolaño, pero ni siquiera)". 
Nada me extrañaría que le concedieran un premio póstumo. Como no es extremeño, puede que hasta le den una medalla. En vida... Entre nuestras muchas curiosidades o defectos, vete a ver, está éste de ensalzar temerariamente a los muertos. Patético. Españoles.

24.6.12

Santiago Antón, un homenaje













Al final lo conseguimos y dimos la esperada sorpresa a Santiago Antón. Nos citamos ayer en el hotel Alfonso VIII, dónde si no, el sitio de todas las conspiraciones, un grupo de amigos a los que Tomás Paredes había conjurado para colaborar en un libro (manuscrito, con los pliegos sin coser, ejemplar único) donde algunos pintores (que han dibujado, grabado o pintado, como es lógico) y miembros del jurado del Salón de Otoño de Plasencia (del que Antón fue arte y parte, alma incluso), unos cuantos escritores y otros -profesores, colaboradores, compañeros de trabajo- que ni lo uno ni lo otro, hemos dejado el testimonio de nuestra amistad y, cómo no, de nuestro agradecimiento por su labor, tan rigurosa y profesional, al frente (por lo de dar la cara) de la Obra Social de lo que fue primero la Caja de Ahorros de Plasencia y después la de Extremadura; algo que, como decía, ya no existe. Por encima de eso, damos fe de la alegría que sentimos por habernos cruzado en el camino con un tipo inteligente con sentido del humor, cómo separar esos rasgos, que nos ayudó a desarrollar nuestras diferentes empresas culturales con plena libertad en aulas de literatura, grupos de teatro, exposiciones de pintura y escultura, ciclos de conferencias, talleres, etc. 
En alguna fotografía de las que hizo su fiel compañera Puerto (organizadora del acto), habrá quedado reflejado el pasmo que sintió Santiago al vernos a todos allí reunidos. Él pensaba que iba a comer con Tomás, sólo eso. Tras abrir el considerable paquete con lazo y comprobar el contenido de la caja, el mencionado libro, emoción general mediante, comimos. En un sitio especial, cabe añadir. En lo que fuera despacho del director Peinado, uno de los más recordados de la Caja de Plasencia, y sala de juntas del consejo de administración. Donde celebró mi familia, por cierto, el 90 cumpleaños de la abuela Fausta y tuvo lugar alguna cena del premio literario José Antonio Gabriel y Galán.
A los postres, Gonzalo Hidalgo Bayal leyó su soneto a Santiago (no sin dificultad por culpa de su endiablada letra, inspirado en la plaza vacía del aparcamiento habitual del homenajeado), Gonzalo Sánchez-Rodrigo evocó tres momentos decisivos en la vida de ambos (con mención cariñosa a nuestra querida Chelo), otros cantaron o también leyeron, como Teófilo González Porras (que aludió a Cavafis), y alguno más (Paredes, por ejemplo) recitó. No se dejaron de hacer fotos en parejas, tríos o grupos. Por lo de perpetuar el momento, ya se sabe.
Uno dijo también algo. Con torpeza. Debí limitarme a leer el poema que había escrito para el libro en cuestión. Para Santiago, quiero decir. Por eso, y para que esas palabras privadas se hagan públicas, lo copio ahora aquí:

UNA CONVERSACIÓN

Porque somos amigos, conversamos.
O es quizás al revés. En todo caso,
una conversación es el resumen
de esta vieja amistad que mantenemos
desde que nos cruzamos en la plaza
hace más de tres décadas, ¿recuerdas?
Tú estabas con Juan Luis en la terraza
del Regio o del Danubio. Era verano.
Yo iba con Yolanda que, bien sabes,
te estima como a pocos de este sitio.
Desde entonces, saludos y sonrisas,
jamás hemos dejado de tratarnos.
Con altibajos, como cabe al caso.
En perspectiva, es mucho
lo que hemos compartido.
Por ejemplo,
los dos hemos bregado
con poetas, artistas y políticos,
tropa voraz, amén de insoportable,
que al fin sobrellevamos con paciencia;
a la que hemos vencido con un arma
en la que plenamente confiamos:
la ironía.
Aunque la vida, en ésta y otras cosas,
no haya sido contigo complaciente
-permíteme no entrar en pormenores-
nunca oí de tus labios una queja.
Otro ejemplo que cuenta en los afectos.
Como cuenta
que hayas sido tenaz en el trabajo
y tus logros destaquen por encima
de la mediocridad que nos rodea.
Que en los últimos tiempos nos veamos
sólo de higos a brevas o a deshora
carece, bien lo sabes, de importancia.
Con frecuencia te leo el pensamiento
lo mismo que, por esto o por lo otro,
me lo leerás tú a mí.
Lo que deseo es que la cosa dure.
Que a debida distancia
sigamos manteniendo en libertad
esta conversación que nos convierte
en amigos y también en ciudadanos
que creen en la razón y en las palabras.
¡Larga vida, Santiago! Y un abrazo.

(Nota: En la fotografía, Y., Santiago y yo. Salón de Otoño de 2005)

23.6.12

Fin de curso

Ayer terminaron las clases. Los muchachinos llevaban días nerviosos, a la espera de las notas, sí, pero más de las vacaciones. La mañana fue intensa, por decirlo de una manera suave. Se acabó hace tiempo lo de llegar un poco más tarde y marcharse antes, por aquello del fin de fiesta. Estos funcionarios...
Los míos, emocionados, escribieron en el encerado sus mensajes de despedida y algunos me los entregaron, además, en papel. Que si te queremos, que si quédate con nosotros en 5º, que si eres el mejor profesor del mundo, que si tú no estás el colegio no será el mismo... Lo típico. Una alumna ha ido más allá y ha especificado que si quiere que siga con ellos el curso que viene es porque "para explicarnos las cosas cuentas historias que son muy interesantes". No hace falta decir que lo firma la más lista de la clase. Me quedo con uno anónimo. No acabo de identificar la letra. Dice. "Alvaro eres el mejor. Me has enseñado cosas que yo antes no me había enseñado". Tal cual.

La crisis de El Roto

No deja de retratarla en El País y, lo que es mejor, de dar, día sí y día también, en el clavo. Por doloroso que resulte. Ha pasado por el ciclo Lecciones y maestros y en la crónica de Mauricio Vicent nos da algunas pistas acerca de su trabajo.

22.6.12

Revistas

Llegan tres. Turia, tan hermosa como siempre, viene cargada de novedades. Entre lo que he leído, me emociona el recuerdo de Félix Romeo preparado, a varias voces, por su amigo José Julio Ordovás. Leo con gusto páginas nuevas de los inseparables leoneses Luis Mateo Díez y José María Merino. Poemas de Jordi Doce, Jorge Riechmann (que me suena a ya leído en su último libro, tan oportuno), Martín López-Vega, Antonio Lucas, Julieta Valero, José Cereijo o Elías Moro, tan ferroviario él, que publica "Guardagujas". También se rescatan inéditos de Pablo Palazuelo. No creo que aporten gran cosa al panorama lírico nacional, pero siempre le resulta a uno agradable recordar, con cualquier excusa, al pintor geométrico que vivió unos años en un castillo extremeño, situado en el pueblo de Monroy.
En lo que al ensayo se refiere, se adelanta una parte del nuevo libro de Steiner (al que tanto odiaba Romeo): La poesía del pensamiento (Siruela). 
El Cartapacio es para el brasileño Jorge Amado y en él, entre muchos, hay un artículo de mi admirado Juan Manuel Bonet sobre las artes plásticas en tiempos del bahiano que vuelve a demostrar su sorprendente capacidad para la erudición y el enciclopedismo. O una curiosa entrevista que le hizo la novelista Clarice Lispector.
Muy interesante me ha parecido también la conversación de Enma Rodríguez con Víctor García de la Concha, al que siempre da gusto escuchar. Y los diarios de Maícas, suma y sigue. Y no pocas reseñas, algunas de libros ya comentados aquí.
Clarín viene más delgadita, pero pura fibra. De lo visto y leído, me quedo con el mínimo panorama de la poesía china (preparado por He Ying y Catarina Valdés), de actualidad tras la gira triunfal de su director, JLGM por la lejana república asiática, pero que sabe a poco. Muy buenas las nuevas versiones, "tradicciones" las llama Juan Peña, de algunos poemas clásicos. Me convence cómo suena "El infinito" de Leopardi, por ejemplo, y eso que era difícil mejorar las versiones de, pongo por caso, Colinas o Rosillo. 
Ángel Alonso conversa con Lêdo Ivo, que yo no puedo separar de Juan Carlos Mestre. Uno me lleva al otro, sin remedio. Dice cosas sensatas y me alegra saber que uno comparte con un poeta tan cosmopolita obsesiones tan locales. 
Tras varios relatos de viajes, unas pocas reseñas; entre ellas, las de las últimas entregas de Antón Castro y Leopoldo Panero (padre), libros que pasaron por aquí.
Termino con la cacereña Norbania, donde destacan poemas inéditos de Basilio Sánchez (que cambia de registro, de manera sutil), Efi Cubero y José María Jurado, además de un divertido relato de Pilar Galán. Javier Alcaíns caligrafía dos poemas de Luis Alberto de Cuenca, que publica también "Sueño del reloj de bolsillo". 
¡Como para aburrirse! ¿Quién necesita Eurocopa?

21.6.12

Peridis

Peridis, El País.

¿Quién dijo crisis?

Mi amigo Néstor Hervás me envía ¿Quién dijo crisis?, un vídeo realizado por los alumnos de 2º de Bachillerato del IES Pérez Comendador de Plasencia. Es muy divertido. Por ahora.

Horacio Coppola, adiós













El fotógrafo argentino Horacio Coppola ha muerto a los ¡105! años en Buenos Aires, una ciudad que retrató como nadie. En este blog se habló de él alguna vez. De cómo lo descubrí gracias a Juan Manuel Bonet, quién si no, o de cómo en mi libro Mecánica terrestre (recogido en Un centro fugitivo) hay un poema titulado "Vista de ciudad con transatlántico", que dediqué a mi pariente argentino Marcelo Martínez, escrito a partir de una fotografía suya.