Me envía Jorge Urrutia, y lo agradezco de corazón, una preciosa edición no venal con Cuaderno del verano 2005. Última notas, un libro póstumo de su padre, Leopoldo de Luis. En el colofón se explica que se hace por deseo de sus hijos y nietos "en agradecimiento a todos sus amigos". Se añade: "El poeta nos ha dejado sus versos porque no muere del todo". Y es verdad.
Es emocionante leer sus últimos poemas. La edición recoge el Cuaderno en edición facsímil, primero, y luego en la normal, al uso.
En la primera nota de la segunda parte (se indican a pie de página las variantes que dejó en sus manuscritos el autor) se nos cuenta que el poeta cordobés lo dejó encima de su mesa de trabajo. Son versos muy tristes, pero de indudable calidad. Verdadera poesía. "Qué cruel es el tiempo y qué vacío", escribe. O "¿Cómo voy a morir si no he nacido?". "Somos estirpe largamente triste" y "Somos ancestros de una saga triste" son dos variantes de un verso que pertenece a un poema que se abre con un epígrafe de Cioran: "Existir es un plagio".
Son poemas escritos a la avanzada edad de 88 años.
"Soy la noche que pasa, soy su sombra/ y el vacío que arrastra su tiniebla. / Su tristeza", escribe Leopoldo de Luis, y uno no puede por menos que oírselo decir.
Es emocionante leer sus últimos poemas. La edición recoge el Cuaderno en edición facsímil, primero, y luego en la normal, al uso.
En la primera nota de la segunda parte (se indican a pie de página las variantes que dejó en sus manuscritos el autor) se nos cuenta que el poeta cordobés lo dejó encima de su mesa de trabajo. Son versos muy tristes, pero de indudable calidad. Verdadera poesía. "Qué cruel es el tiempo y qué vacío", escribe. O "¿Cómo voy a morir si no he nacido?". "Somos estirpe largamente triste" y "Somos ancestros de una saga triste" son dos variantes de un verso que pertenece a un poema que se abre con un epígrafe de Cioran: "Existir es un plagio".
Son poemas escritos a la avanzada edad de 88 años.
"Soy la noche que pasa, soy su sombra/ y el vacío que arrastra su tiniebla. / Su tristeza", escribe Leopoldo de Luis, y uno no puede por menos que oírselo decir.