Ayer estuve cogiendo agua en la fuente de Sergio (así la llamamos). Hacía dos años que no manaba. Era una alegría ver surgir de la boca un chorro tan fresco y generoso.
Luego me senté a leer poemas de César Simón. Daniel Casado me quitó (es un decir) el ejemplar de la librería "Punto y aparte" y, a modo de compensación, pidió otro y me lo ha regalado.
Me agrada que a los poetas jóvenes les guste César Simón, al que descubrí a principio de los ochenta. Es un maestro, sin duda. Al releerlo lo compruebo. Como si fuera la primera vez.
Mientras lo hacía, escuchaba a los pájaros cantando. Qué pena no conocer sus nombres. Esa es una carencia que siempre me ha molestado.
Atardecía. Fue sólo un rato pero... me supo a gloria. Cuánto compensan esos momentos. Consuelan de sinsabores, cansancios y dolores.
Naturaleza y poesía. Lo mismo y diferente.
Luego me senté a leer poemas de César Simón. Daniel Casado me quitó (es un decir) el ejemplar de la librería "Punto y aparte" y, a modo de compensación, pidió otro y me lo ha regalado.
Me agrada que a los poetas jóvenes les guste César Simón, al que descubrí a principio de los ochenta. Es un maestro, sin duda. Al releerlo lo compruebo. Como si fuera la primera vez.
Mientras lo hacía, escuchaba a los pájaros cantando. Qué pena no conocer sus nombres. Esa es una carencia que siempre me ha molestado.
Atardecía. Fue sólo un rato pero... me supo a gloria. Cuánto compensan esos momentos. Consuelan de sinsabores, cansancios y dolores.
Naturaleza y poesía. Lo mismo y diferente.