26.4.06

Atardecer en el campo

Ayer estuve cogiendo agua en la fuente de Sergio (así la llamamos). Hacía dos años que no manaba. Era una alegría ver surgir de la boca un chorro tan fresco y generoso.
Luego me senté a leer poemas de César Simón. Daniel Casado me quitó (es un decir) el ejemplar de la librería "Punto y aparte" y, a modo de compensación, pidió otro y me lo ha regalado.
Me agrada que a los poetas jóvenes les guste César Simón, al que descubrí a principio de los ochenta. Es un maestro, sin duda. Al releerlo lo compruebo. Como si fuera la primera vez.
Mientras lo hacía, escuchaba a los pájaros cantando. Qué pena no conocer sus nombres. Esa es una carencia que siempre me ha molestado.
Atardecía. Fue sólo un rato pero... me supo a gloria. Cuánto compensan esos momentos. Consuelan de sinsabores, cansancios y dolores.
Naturaleza y poesía. Lo mismo y diferente.