17.7.08

Estatuaria

Cuando por fin ha desaparecido de mi pueblo el imponente toro de la rotonda del Puente de Trujillo; con el hiriente recuerdo del artefacto que un famoso diseñador de sillas ha colocado -para sorpresa de algunos paisanos de Ángel Duarte o de Rufino Mesa- delante de la Asamblea; después de que el mismo artista que perpetró la estatua alusiva a nuestra santísima trinidad poética (Valhondo, Pacheco y Lencero) haya subido a Godoy, en bronce, a una peana, se sitúa en la vía pública una escultura digna de tal nombre. Me refiero a "El entrenamiento", de Manuel Mediavilla, primer premio del certamen de escultura de Caja de Extremadura, que, por cierto, está a punto de dar a conocer la obra ganadora de la segunda edición. Desde hace un par de días adorna la entrada a la oficina de mi amigo Santiago Antón, en Plasencia.
Uno, que había llegado a la lógica conclusión de que en Extremadura (como en el resto de España), más allá de ideologías, tanto en pueblos como en ciudades, lo de la estatuaria pública no tenía solución, ve ahora un resquicio para la esperanza. Y se alegra.