"Está en la lógica regional-nacionalista, basada en la aversión a España, a veces disimulada con astucia, la aprobación de programas educativos destinados a romper lazos con la nación común, con sus señas y símbolos, o en todo caso, puesto que no hay capacidad militar de imponer la segregación definitiva, de adiestrar al futuro ciudadano en la doctrina separatista. No interesa el individuo razonable, educado en la convivencia y en el amor por los hechos culturales vengan de donde vengan, capaz de expresarse con corrección en idiomas diversos, sino el pequeño racista provinciano, útil para la progresión de un proyecto político que funciona muy bien con hombres empequeñecidos y fanáticos. Con eso y todo, a mí no me sorprende que el administrador regional-nacionalista, aprovechando las facilidades legales que se le conceden, trace sus fechorías pedagógicas. Lo más grave, por no escribir lo más trágico, es la ceguera y la falta de una idea clara e integradora de la nación común por parte de quienes gobiernan desde el Congreso de los Diputados esos petachos que son hoy España".
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