Ayer, con los Empalaos de Retana. Como uno casi no se mueve, daba gusto ir Vera arriba en medio de una primavera exuberante. Y Yuste... ¿qué volver a decir que no suene a ya dicho? Un corte de luz retrasó el comienzo del acto. Ni eso fue capaz de deslucir lo que habían preparado nuestros anfitriones de la Fundación Academia Europea. La sala estaba llena -más de cuarenta personas es mucho- y el ambiente era tan cálido como el atardecer sobre el monasterio. Saludó la representante del ayuntamiento de Valverde de la Vera; tomó la palabra Antonio Oteiza para reflexionar sobre lo religioso (no en vano es capuchino) y el arte (también escultor) y para ponderar, además, la pasión de Salvador Retana y su original aventura; leí "Meditación en Valverde", el largo poema donde quise decir de la mejor manera cuanto sé de esa experiencia nocturna pero deslumbrante y, por fin, Retana hizo referencia al núcleo de su viaje a los empalaos sin olvidar los avatares de un libro, ya se dijo, necesario.
Junto a los amigos de Valverde (el pueblo, no yo), los impresores (a uno de los hermanos Romero le dio uno clase de francés hace...), Oteiza, Salvador y Yolanda, celebramos con unos vinos y unas cervezas el feliz parto. Como dijo su autor, "fue libro".
Junto a los amigos de Valverde (el pueblo, no yo), los impresores (a uno de los hermanos Romero le dio uno clase de francés hace...), Oteiza, Salvador y Yolanda, celebramos con unos vinos y unas cervezas el feliz parto. Como dijo su autor, "fue libro".