Mi admirado Félix Romeo va a conseguir que acabe cogiendo manía a Steiner. Ya me tiene casi convencido. El otro día le mentaba a uno en su muy leída columna del ABCD de las Artes y las Letras. Porque "reprobé" su comentario contra el prestigioso profesor de mil y una universidades de Europa y América. "Sin darme mucha caña", precisa. Defiendo, como Romeo, la crítica. Sin paliativos. Por eso sigo apoyando, por ahora, al autor de Presencias reales. Al lector que hay en él. Incluso al sabio, si se me consiente el exceso. Eso sí, cuando opina de religión o de política... Vamos, amigo, que estamos casi ahí.