El poeta José Viñals murió ayer mientras dormía. Me lo cuenta alguien que lo conoció bien y que fue su amigo, Elías Moro. Ha sucedido un año y dos días después del fallecimiento de Ángel Campos, su introductor entre nosotros, quien nos dio a conocer su poesía y -conviene en este caso, decirlo- a la persona, un tipo afable, dicharachero y cariñoso que había nacido en Corralito, Córdoba, Argentina en 1930, hijo de emigrantes españoles. De padre catalán (panadero) y de madre extremeña, procedente de Losar de la Vera. Por eso él aquí se sentía en casa, si bien por razones de residencia su verdadera tierra española fuera Andalucía; sobre todo, Jaén.
Aquí publicó numerosos libros de poesía y ganó algunos premios. Además fue apreciado y leído por un puñado de poetas que, como Ángel y Elías, descubrieron en sus versos una intensidad poco común y un mundo propio digno de ser compartido. Pienso en Mestre, en Riechmann...
Estuvo en Plasencia, en el Aula "J. A. Gabriel y Galán", y su lectura dio la verdadera medida del poeta que fue. Que, por suerte, es.
Aquí publicó numerosos libros de poesía y ganó algunos premios. Además fue apreciado y leído por un puñado de poetas que, como Ángel y Elías, descubrieron en sus versos una intensidad poco común y un mundo propio digno de ser compartido. Pienso en Mestre, en Riechmann...
Estuvo en Plasencia, en el Aula "J. A. Gabriel y Galán", y su lectura dio la verdadera medida del poeta que fue. Que, por suerte, es.