28.12.09

Inocentada, o no

Es el momento. Termina el año del 25 aniversario de la Editora Regional de Extremadura y todas las celebraciones se han agotado con el publirreportaje de Trazos, el suplemento del Hoy.   
No es que uno sea de esos pesados a los que les gusta conmemorar cualquier efemérides,  por ridícula que sea, pero para la literatura extremeña -y, en consecuencia, para la española- no es poco lo que ha conseguido en estos lustros la benemérita editorial pública. Como siempre, a su catálogo remito. 
Porque conozco el percal, achaco este desprecio a la falta de aprecio que las autoridades culturales extremeñas tienen hacia los libros y la lectura. Su falta de sensibilidad, tan clamorosa que da grima (a pesar de que sigan presumiendo de clubes de lectura, talleres y aulas literarias, así como de otros empeños  heredados que se limitan a financiar), se suma a la cadena de despropósitos y omisiones que caracterizarán esta pobre era de Vara y su consejera, acólitos mediante. No es extraño que aplauda esta deriva lo más abyecto de la oposición. Tampoco que cada vez que se cita últimamente en la prensa a la citada consejera sea para comentar... su cambio de peinado. 
A pesar de lo que firma, Extremadura pierde peso. Sus asesores la informan mal. Y es una lástima porque esta región, a falta de una iniciativa privada sólida y de una sociedad civil competente, sigue a expensas de lo público. Por suerte, no faltan autores y libros que saben buscarse la vida. Por libre, como deber ser. 
Al final, vuelvo a la Editora, no ha salido la canónica antología en tres tomos -poesía, narrativa, ensayo y teatro- que concebimos con tiempo (o eso creíamos) para el feliz aniversario. Tampoco ha tenido lugar el encuentro de editores que uno imaginó. Nada, cosas que pasan. O, mejor, que no.
Da mucha tranquilidad verlo todo a debida distancia. Pero también, ay, una gran pena. Con lo que se ha luchado, Fernando, Ángel...