8.2.11

Catorce vidas

Catorce vidas. Poesía 1995-2009 es el título de la antología que de la obra poética de Mª Ángeles Pérez López  (Valladolid, 1967) ha publicado la Diputación de Salamanca con prólogo de Eduardo Moga. Catorce vidas por cada uno de los años que limitan el conjunto. Catorce años y seis obras: Tratado sobre la geografía del desastre, La sola materia, El ángel de la ira, Carnalidad del frío, La ausente y Pasión vertical. Un manojo de poemas sin título, numerados -por libro- a la romana. Y sobre el catorce, cinco citas o epígrafes como declaración de intenciones: de Fito Cabrales, Lope de Vega, Borges, la Wikipedia y ella misma.
No es nuevo mi acercamiento a la poesía de esta profesora de la Universidad de Salamanca. En Badajoz, cuando los galardones literarios de aquella ciudad tenían la entidad que perdieron y el jurado que se merecían, premiamos su libro Carnalidad del frío. De lo anterior y de lo posterior también he tenido  sobradas noticia. Con todo, ningún panorama mejor que el que se muestra aquí, tanto por los poemas seleccionados como por el ajustado prólogo que los presenta. Ya nos adelanta Moga que en esta poesía prima lo material frente a lo abstracto; que es fundamental la presencia del cuerpo (de las personas y "de las cosas") y su afán "por decir su sexualidad; que hay en ella un "erotismo raigal" y mucha "sensualidad" y, a la postre, incluso un "diario sentimental"; que se "expone el estupor que produce lo próximo"; que, por fin, es elocuente su "solidez formal".
A pesar de la delicadeza del asunto, es imposible abordar la lectura de la poesía de Mª Ángeles Pérez López sin tener en cuenta su condición de mujer. No quiero decir que la suya, por femenina, sea una poesía distinta de otra, pongamos, masculina. Lo que me gustaría dar a entender es que los suyos son poemas que parecen escritos por una mujer y ese "no sé qué" se delata sin  forzar en la lectura. O uno lo intuye o, más aún, lo siente. Es verdad que Pérez López no pocas veces escribe deliberadamente "desde ahí", sin caer por ello en ningún tipo de feminismo al uso. La mujer es protagonista absoluta de los poemas, por ejemplo, de Pasión vertical. Tal vez la clave radique en los detalles, en el extremo cuidado por ellos, por lo pequeño, por lo aparentemente frágil o ínfimo. Con no poca ironía, leemos poemas en La sola materia donde se nombra a la lavadora, las ollas, las sartenes, las cazuelas, la cafetera, la plancha, la costura, la ropa tendida que se orea, "los vasos que cuidan la memoria del agua"...
Poesía la suya de interiores, de la casa y de uno mismo. Doméstica, diríamos. Poesía discursiva, de ritmo poderoso a pesar de la contención que caracteriza el tono general empleado, de "palabras gastadas", "de familia", de largas estrofas que respiran a lo largo y que, muchos versos después, terminan en el correspondiente punto. Pasional, a pesar de lo dicho, pero siempre sin caer en excesos.
También hay reflexión sobre la propia escritura. Ya hemos señalado su condición de profesora, estudiosa de la literatura hispoanoamericana (memorable su edición de la poesía de Nicanor Parra con motivo del premio Reina Sofía).
Poesía, en suma, digna de ser tenida en cuenta y de hacer reflexionar a algún famoso antólogo, con mayor altura de miras, sobre la poesía escrita por mujeres. Digna, sobre todo, de leerse.