19.3.11

Nuclear, no gracias

Fue nuestro grito. De no pocos. Lo ocurrido ahora en Japón, sea lo que sea y quede en lo que quede, ha vuelto a remover la conciencia nuclear del mundo. Ese país y ese desastre quedan muy lejos de aquí, sin duda, pero uno no puede olvidar que vive a menos de 30 kilómetros de una central nuclear: la de Almaraz. Cuando estaba en construcción, gracias a las gestiones de mi padre (empleado de una empresa suministradora), la visitamos mi amigo Antolín y yo. La excusa, un trabajo para la clase de Física. Intentamos entender aquello y, con la ayuda de folletos y dibujos, se lo explicamos una tarde a nuestros compañeros de 6º de bachillerato. Dudo que bien: la cosa era complicada. Ya se ve.
Demagogias e impotencias al margen, lo que uno querría es que ya hubieran cerrado Almaraz. Su "vida útil" terminó el pasado año y ahora funciona gracias a una prórroga decidida por la administración socialista. También fue antinuclear.
En principio, no estoy dispuesto a renunciar, como casi todos, a las ventajas de esa energía, a ese bienestar que a buen seguro derrochamos. O sí, si es a costa de tan alto y peligroso coste. De eso se trata.
Digamos que nosotros, los extremeños del norte, ya la hemos tenido al lado el tiempo suficiente y que ahora le toca a otros soportar esos riesgos. Sólo eso. Por egoísta que parezca. ¿No se ocupa de eso la tan traída y llevada igualdad?
Sin duda, habrá un antes y un después de Fukushima. Para bien, espero.