Mentiría si dijera que he leído mucho a Nicanor Parra, flamante y justo Premio Cervantes. No, no es uno de mis poetas de cabecera. Tampoco tengo en casa su poesía completa, me basta con el grueso tomo que publicó la Universidad de Salamanca cuando le concedieron el premio Reina Sofía. A la vista está la importancia de la obra del chileno. Nadie lo duda. Menos, uno. No deja de chocarme, eso sí, que el creador de la antipoesía, un outsider que vive desde hace años retirado en Las Cruces; alguien a quien, según Echevarría, editor de su obra, "la idea de las obras completas le repugna", acabe recibiendo, a los 97 de su edad, el premio literario oficial por antonomasia. Suele pasar.
No comparto su idea de que, en literatura. "más vale nuevo que bueno". Sí que, como reza el Código de Manú, "humillación más grande que existir no hay". O eso empieza a parecernos ahora.
Babelia publica un excelente reportaje de Leila Guerreiro, que ha conversado con él a orillas del Pacífico, donde calibramos con naturalidad la medida de este hombre.
Por cierto, el mismo día que le dieron el premio estuvimos en el colegio con Antonio Gómez, parriano de pro. En un momento de su charla, le advertí que le acababan de dar el Cervantes. Luego anotó en su facebook: "Nicanor Parra , la alegría de hoy".
No comparto su idea de que, en literatura. "más vale nuevo que bueno". Sí que, como reza el Código de Manú, "humillación más grande que existir no hay". O eso empieza a parecernos ahora.
Babelia publica un excelente reportaje de Leila Guerreiro, que ha conversado con él a orillas del Pacífico, donde calibramos con naturalidad la medida de este hombre.
Por cierto, el mismo día que le dieron el premio estuvimos en el colegio con Antonio Gómez, parriano de pro. En un momento de su charla, le advertí que le acababan de dar el Cervantes. Luego anotó en su facebook: "Nicanor Parra , la alegría de hoy".