5.4.13

Jazmines de Bagheria

De mayúscula puede uno calificar la sorpresa de leer Bagheria, breve novela autobiográfica de Dacia Maraini (Fiesole, 1936), publicada por Minúscula, editorial ejemplar donde las haya, en traducción de Juan Carlos de Miguel y Canuto.
1947. Tras dos años en un campo de concentración japonés, país donde vivía con sus padres y sus dos hermanas, Yuki y Toni, Dacia vuelve a Bagheria, ciudad siciliana cercana a Palermo, a Villa Valguarnera, posesión familiar de los Alliata de Salaparuta, donde ocuparán lo que ella denomina los "exestablos". Un regreso posterior al mismo lugar, en compañía de su amiga Bice, ahora habitado por la tía Saretta, servirá para que la escritora evoque su vida en aquel paraíso, el final de su infancia y su apasionada adolescencia lectora.


















Esta visita va entrelazándose en la narración con esos recuerdos del pasado. Aunque Maraini creía haber arrojado fuera de su vida todo lo que tuviera que ver con sus antepasados maternos (una familia "antigua y noble" por la que sentía vergüenza ("yo estaba a favor de mi padre"), que le resultaban "extraños y desconocidos", "privilegiados por la gracia de Dios, y amén"), cuanto la rodea -estancias, cuadros, jardines, palmeras, etc.- se empeña en revivir lo olvidado.
La ciudad destruida y "mafiosa" -no deja de citar, sí, a la Mafia y sus enjuagues urbanísticos- y la que fue; las veladas literarias y juveniles en casa de Bepuzzo Lo Monaco; la relación con su padre (acaso lo más significativo y descarnado del relato, de un interés psicológico y humano digno de elogio, donde alude a "aquel hombre amado y perdido", "deportista y trotamundos" por el que sintió un amor sin límites, sujetos los dos al mandamiento: "Era lícito escribir, no hablar"); las evocaciones de la chilena abuela Sonia y de la tía Felicita (autora de un libro sobre la familia), así como de Marianna, la del retrato, o Sicilia ("Hablar de Sicilia significa abrir una puerta que había permanecido atrancada" (...) "Una vez abierta, me asomé al mundo de los recuerdos con recelo y una ligera náusea") son algunos de los capítulos que uno destacaría de este libro breve y punzante, escrito con un estilo que anima al lector a buscar otras obras de esta siciliana del norte. Es de justicia, en fin, que se haya traducido a tantos idiomas y que en Italia cuente con distintas ediciones.

Villa Valguarnera. Vista áerea

















 "Hay un momento en la historia en que cada familia aparece feliz a sus propios ojos". En ese instante parece detenerse especialmente "esta nueva Minerva", Dacia Maraini y, como sólo la poesía es capaz, lo fija para siempre. Y mejor que en aquellos poemas del 68 publicados por Feltrinelli donde por primera y única vez se había referido a Palermo y Bagheria. Lo último que se pierde, dice, "el olor". A jazmines, por ejemplo.