A pesar de su juventud, Mario Martín Gijón (Villanueva de la Serena, 1979) tiene ya una bibliografía considerable que abarca obras ensayísticas (Una poesía de la presencia. José Herrera Petere en el surrealismo, la guerra y el destierro, Los (anti) intelectuales de la derecha en España. De Giménez Caballero a Jiménez Losantos y La patria imaginada de Máximo José Kahn. Vida y obra de un escritor de tres exilios), narrativas (Inconvenientes del turismo en Praga, Inconvenientes del turismo en Praga y otros cuentos, premio Tigre Juan) y poéticas (Latidos y desplantes). También es antólogo.
El pasado mes de enero escribía aquí sobre uno de sus libros de relatos: "Qué distinto este estilo del que Martín Gijón gasta en sus versos, al menos en los de su libro Latidos y desplantes, publicado por Vitrubio en 2011, donde prima lo experimental (no me atrevo a denominarlo vanguardista) y se recurre a juegos de palabras y otras distorsiones sintácticas ("epigramas descompuestos"), así como a un minimalismo evidente (pleno de elipsis), lo que da como resultado la obra de un poeta que en nada o casi nada (el viaje y los lugares están también presentes) se parece al que escribió los cuentos reseñados. No conozco Rendición (sic), otro libro de versos que apareció el pasado año en la editorial Amargord y que tal vez nos diera más claves sobre su poesía". Ese libro no estaba aún publicado, como pude saber después. Ahora sí y en realidad se titula Rendicción, con dos ces, un gesto para anunciar que la materia que lo constituye es "el lenguaje", como bien dice Benito del Pliego nada más empezar su introducción: "Lo que cambia una letra". Soy de los que opinan que a un libro de poemas le sobra el prólogo. Más si se trata de eso: de un libro aislado y no de una antología o de la poesía reunida. Sin embargo, reconozco la pertinencia, la necesidad incluso de éste. (Por cierto, todos los de esta colección llevan el suyo: política editorial.) Un texto ejemplar, por otra parte, de alguien que, además de crítico, es poeta. (Por cierto, abro paréntesis, me ha gustado mucho su antología Extracomunitarios (Nueve poetas latinoamericanos en España), recién editada por Fondo de Cultura Económica, y donde uno ha encontrado, amén de poemas y poetas admirables -e incluso amigos: Viñals, Dávila, Campaña-, numerosas similitudes con los asuntos lingüísticos que en el libro de MMG se evidencian.)
Comentaba que el prólogo de Benito del Pliego me había resultado muy útil a la hora de leer Rendicción porque su lectura despeja parte de la indudable "complejidad" y "tensión (...) medular" que el libro soporta y la hace más llevadera. Como bien dice el profesor de la Universidad Estatal de los Apalaches, en Carolina del Norte, "Decir que no es posible decir es una parte fundamental del decir mismo". Y ya que lo menciono, poco más puede uno decir de aquello que sólo se justifica, al leerlo, como artefacto (en el mejor sentido) visual y lingüístico, como notable muestra de experimentación, algo que ya estaba muy presente en su entrega poética anterior.
Más allá, cito de nuevo al prologuista, "Rendicción puede pensarse como una meditación en torno a lo utópico, y en este sentido, como una reflexión en torno a lo germinal, en torno a la posibilidad de recuperación tras una derrota."
Más allá, cito de nuevo al prologuista, "Rendicción puede pensarse como una meditación en torno a lo utópico, y en este sentido, como una reflexión en torno a lo germinal, en torno a la posibilidad de recuperación tras una derrota."
No hace falta añadir que estamos ante una obra para lectores avezados y atrevidos. Un libro al que la crítica, especialmente la académica sacará no poco partido. ¡Menuda fiesta filológica!