15.5.14

Syntaxis

Desde finales de diciembre del pasado año hasta mediados de abril se pudo visitar en TEA (Tenerife Espacio de las Artes) la exposición Syntaxis: una aventura creadora. 30 años del nacimiento de una revista. Su comisario, el poeta Alejandro Krawietz, es el editor del catálogo que tengo en las manos. Da noticia de lo que fue esa muestra, sí, pero, y esto es lo que más importa, de lo que significó una de las aventuras literarias y artísticas de mayor calado en el panorama patrio: la revista Syntaxis. Digo patrio y me quedo corto: la vocación universal de ese ejemplar invento canario (de Tenerife) es indiscutible y su proyección no menor. 
Diez años vivió, de 1983 a 1993. Su director fue el profesor, traductor y poeta Andrés Sánchez Robayna (Santa Brígida, Las Palmas, 1952) y contó con la ayuda, como secretario de redacción, del profesor y escritor Miguel Martinon  (Santa Cruz de Tenerife, 1945).
Tras una serie de artículos sobre la revista firmados por Krawietz, Juan Goytisolo, José-Carlos Mainer, Roberto González Echevarría y una extensa entrevista, muy iluminadora, del comisario al director, se suceden en el índice un repaso a las revistas históricas del siglo XX; seis poemas manuscritos de otros tantos poetas significativos de ese tiempo: Paz, Bonnefoy, Valente, Haroldo de Campos, Roubaud y el citado Martinon; una amplia representación de obras de artistas, pintores en su mayor parte, que colaboraron en ella, un rasgo significativo de la poética de Syntaxis: Granell, Mapplethorpe, Tapiès, Saura, Chillida, Ràfols-Casamada, Palmero, Broto...; un album con imágenes de documentos, cartas y otros materiales relacionados con "el taller"; un puñado de textos con distintas perspectivas sobre la revista: de Juan Manuel Bonet ("es uno de los intelectuales y escritores de mi generación con quien más cosas creo tener en común", dice Robayna), Fernando Castro (el crítico canario), Jordi Gracia, Gustavo Guerrero, Juan Malpartida, etc.; en "Hemeroteca" se rescatan dos curiosidades: una entrevista de Manuel Ferro a Robayna que se publicó en Culturas de Diario 16 (1987) y una entrada del blog de Francisco León sobre el alcance del proyecto (2013); y dos índices, cronológico y alfabético, que redondean la edición de un libro magnífico, a la altura de esa empresa llevaba a cabo por un grupo de entusiastas informados desde las Islas Canarias. 
ASR
Uno fue lector de Syntaxis. Con el debido aprovechamiento. Gracias a ella, por su rigor, conocí a poetas, críticos y pintores que forman parte de mi educación estética y sentimental.
Como comenta Robayna en su conversación con Krawietz, soy uno de los poetas jóvenes, por entonces casi desconocidos (cita a Melchor López y José María Micó), que publicaron en sus páginas. Un honor. En el número 25, Invierno del 91, el dedicado a "Poesía en los años 90" (se reproduce en la exposición una página mecanografiada de lo que iba a ser el índice definitivo de esa entrega). "Cuatro poemas" era una brevísima selección de lo que iba a ser Una oculta razón. Siempre he dudado si Octavio Paz, colaborador cercano de Syntaxis, llegó a leerlos antes o durante la lectura del original de ese libro, seleccionado para el premio Loewe, del que él era jurado, y que se falló apenas unas semanas después de que esos versos se publicaran. No llegué a preguntárselo, pero bien pudo ser. Por eso, que no deja de ser una anécdota, y por muchas razones más estuve y estoy a favor de Syntaxis, una entre las mejores del literario país de las revistas.