Lorenzo Cordero/HOY |
Comenté aquí en su día que Fernando Aramburu había comenzado a publicar en El Correo (dentro del suplemento Territorios) una serie titulada "Vetas profundas". Explicaba su proyecto así: "Una vez al mes publicaré en dicho suplemento un artículo de reflexión a partir de un poema escrito por autores antiguos y modernos; poemas en los que se me figure que quedó prendida en grado de excelencia la poesía y con los que, yendo y viniendo días, compondré mi antología de poemas predilectos. No pretendo hacer comentario de texto al uso ni crítica literaria, sino compartir, de forma razonada y por supuesto serena, entusiasmo. Mi atención se centrará exclusivamente en poemas escritos originalmente en lengua española". Que a uno le conste, desde entonces ha publicado artículos sobre poemas de Borges, Alfonsina Storni, Gil de Biedma, Irazoki, Rosalía de Castro, Aleixandre, Félix Francisco Casanova, Rosillo y san Juan de la Cruz. Pues bien, ayer y por sorpresa (para uno) apareció, tanto en El Correo como en el diario Hoy, un hermoso comentario, titulado "Paseos con el padre", que, como es fácil de imaginar, a uno le llegó al alma. El poema elegido por el escritor vasco es uno de los que componen "Entonces la muerte", de mi libro Desde fuera. No hace falta decir que ese hecho añade una emoción a esa honda lectura que no sólo me ha afectado a mí. También a mi madre y a mis hermanos. Gracias. Por un momento al menos, uno, miembro de la cofradía de los tristes, que diría mi amigo Juanra, no ha sentido de nuevo como propios los famosos versos de Borges, de su poema "Remordimiento": "Mis padres me engendraron para el juego / arriesgado y hermoso de la vida, / para la tierra, el agua, el aire, el fuego. / Los defraudé. No fui feliz. Cumplida..." Gracias.
Como en la página web del periódico extremeño no aparece, copio debajo esos versos:
Todo me lleva a ti; así, esta tarde
abierta al cielo azul que ha sucedido
al airado negror de la tormenta,
bajo esta luz que, más que vespertina,
me parece cegante y de mañana,
cuando atravieso el valle
y vuelvo a Jerte, sin saber por qué,
siguiendo no sé bien qué raro impulso,
curva a curva, ya sabes, cauce arriba,
hasta las mismas fuentes de la vida.
Todo es igual, pero también distinto,
y me remite a ti. Y las cascadas,
y los bancales y el río y los cerezos
parecen ser mirados por tus ojos
y a su través me hablas todavía
y vuelves a explicarme lo que importa:
sentirse aquí, feliz, y rodeado
de cuanto cualquier hombre necesita:
la luz, el campo, el árbol, la montaña,
cosas, tal vez, vulgares o anacrónicas
pero que nos confortan y nos salvan;
los seres y las fuerzas de ese mundo
solar donde vivías;
donde, para mi bien, conmigo vives.
P. D. Porque nada es perfecto, ay, se coló una errata en el periódico y donde dice "sentires" debería haber dicho, ya se ve, "sentirse". Qué sería de nosotros sin los errores tipográficos.
P. D. Porque nada es perfecto, ay, se coló una errata en el periódico y donde dice "sentires" debería haber dicho, ya se ve, "sentirse". Qué sería de nosotros sin los errores tipográficos.