1.3.16

Hurdes

Después de El último lobo, de László Krasznahorkai, y El reino de la fortuna, de Peter Sloterdijk (con el ensayo de Isidoro Reguera sobre Extremadura), la colección 'Territorios escritos', que dirige Antonio Franco para la Fundación Ortega Muñoz, publica Las Hurdes. El texto del mundo, de Fernando R. de la Flor.
Con este libro, el catedrático salmantino, rara avis del ensayismo hispano, culmina, según propia confesión, "cierta manera de conceptualizar la siempre difícil y controvertida «Materia de España»". Durante treinta años y otros tantos títulos ha llevado a cabo un proyecto intelectual "dirigido a dar testimonio de la originalidad de la cultura española, a documentarla". Sí, porque "Las Hurdes, efectivamente, han jugado un papel central en lo que podríamos denominar el «discurso de España»". "Nos encontramos ante un modo extremo y poderoso de «documentar España»", leemos. Ante una "metáfora ajustada de toda españolidad". De "lo ibérico".
A Hurdes (sin artículo delante, como suele él escribirlo), ese "enclave legendario", "espacio único" y fronterizo donde habita "una suerte de desolación sublime", "paisaje fuerte" que se resiste a lo pintoresco, aislado "confín" o "escondrijo", refugio de huidos y solitarios, habitada por seres de una dignidad primigenia, que él une indefectiblemente a las Batuecas, territorio que tan bien conoce, dedica los veintidós capítulos de la obra. Es imposible resumir aquí, al menos para uno, el verdadero alcance de sus indagaciones. La bibliografía anotada que figura a modo de apéndice al final del volumen da buena cuenta de hasta dónde han llegado sus lecturas y el abanico de asuntos que éstas abordan. Les Jurdes, el estudio de Geografía Humana de Maurice Legendre (que, aunque no se cita en la mencionada bibliografía, figura traducido en el catálogo de la Editora Regional de Extremadura), y Las Hurdes, tierra sin pan, la famosa película o, mejor, documental de Luis Buñuel ("poème de l'horreur", según Bureau), están en el centro del ensayo. Éste marca, es obvio, un antes y un después: "Todo viene (o parte) de ella". Más allá, o en torno a lo mismo, se perfila una noción de lugar, una "poética del espacio", idea esencial del libro y de la cultura actual; se analiza su condición de "mundo aparte"; se repasa su antigua leyenda, que viene de Lope; se describe su escarpada, intacta naturaleza y su exuberancia vegetal (con interesantes calas en las ideas de Thoreau y sus continuadores, los grandes naturalistas americanos) al tiempo que, paradójicamente, se recuerda la importancia de los desiertos franciscano (el de Los Ángeles, ya desaparecido) y carmelitano (el de San José de las Batuecas) y de los eremitas que a ellos se retiraron en busca, sobre todo, de silencio, un bien del que esta "geografía extrema", este "lugar de resistencia", anda sobrado. Lo mítico y lo místico. La maldición y la esperanza.
Hurdes, como "presente eterno de un pasado", como "geografía del espíritu". Hurdes de Ponz, de Madoz, de Unamuno, de Albiñana, de Marañón, de Ortega, de Legendre (enterrado en la Peña de Francia), de Buñuel (que a punto estuvo de comprar el desierto de las Batuecas, un hecho más que significativo), de Polo Benito, de Catani, de Carnicer, de Solís... También de Heidegger y de Sloterdijk. De las Misiones Pedagógicas y de Freinet. Hurdes de Alfonso XIII (1922 y 1930), de la Segunda República, de Franco (1945) y de Juan Carlos (1998). De poetas, como Gabriel y Galán y José Luis Puerto. Reino oscuro. En Extremadura, no se olvide. Al lado de Portugal, tampoco.
No contento con leer e interpretar lo que ese "lugar de memoria española" ha representado y representa, De la Flor avanza propuestas de futuro y ve en el sus soledades y en su silencio un espacio para los resistentes que buscan "una paz de vida", una "vida interior". Porque, como dijo Remo Bodei, "ya no hay desiertos, ya no hay islas. Sin embargo, las necesitamos". Paseos, meditación, retiro, contemplación. Para vivir, en "soledad fecunda", nuevas posibilidades que nos alejen y nos salven de la vorágine de una modernidad líquida y nerviosa. "Solo silencio, soledad y espacio, sea su lema".
Fernando R. de la Flor, parafraseando a Legendre, ha realizado su estudio, su "relato", su "texto del mundo", más que en las bibliotecas, "en valles salvajes". Y se nota.