21.3.16

Quique López

Para uno, sí, Quique López y no Enrique López de Hijes. Uno de los hijos de Salvador y Carmina, viejos amigos de mis padres, dos personas encantadoras, muy queridas también por mí. 
Uno de mis primeros recuerdos de Quique se sitúa en una Nochevieja de hace mil años que nuestros progenitores, tras la cena familiar, celebraron en su casa de la calle Santa Ana. Los acompañé, ignoro la razón (yo era apenas un mozalbete), y pasé parte de la velada en compañía de Quique y de su hermano Salva. Mayores que yo, bebían whiskey y me pusieron un poco. Dyc, of course. Esa prematura incursión debió marcarme, para mal, porque nunca he vuelto a probar prácticamente esa bebida y casi ninguna de las alcohólicas, añado, salvo la cerveza y el vino. Después de aquella noche, he vuelto a ver a Quique en numerosas ocasiones. Casi siempre en encuentros esporádicos. Siempre me brindó una sonrisa franca y mucho afecto, lo que nunca le agradeceré bastante. En un paseo junto al río en los amaneceres del verano. En el bar de su instituto, el "Gabriel y Galán", donde enseñó Filosofía hasta el curso pasado, cuando uno acudía al fallo del premio "Gerardo Rovira". Fue uno de los primeros concejales de la Democracia en nuestro ayuntamiento y su paso fugaz por la política es síntoma de que ésta casi nunca ha contado con los mejores. Vino socialista de sus estudios salmantinos, con una tesis doctoral sobre filosofía política bajo el brazo que no sé si llego a terminar. 
Estaba casado con Chus, profesora de Lengua y Literatura del IES "Virgen del Puerto", siempre comprometida con las actividades del Aula de Literatura "José Antonio Gabriel y Galán". 
En su muro de Facebook muchos amigos recuerdan a Quique. Mira uno las fotografías, las antiguas y las más recientes, y sigue sin dar crédito. Parece mentira que haya muerto.