Según la Wikipedia, Manuel Ruiz Amezcua nació en Jódar (Jaén) en 1952, se licenció por la Universidad de Granada en Filología Románica y en Filología Hispánica, fue asesor cultural de la embajada de España en Brasil y ha sido profesor de literatura en el instituto de bachillerato de Baeza. Uno ha recibido las casi seiscientas páginas de que consta Singularidad en la poesía de Manuel Ruiz Amezcua (Comares) y eso merece un comentario. Se trata de la sexta edición revisada y aumentada de ese libro y está prologada por José María Balcells, profesor de la Universidad de Léon. El índice es apabullante. Para empezar, por la cantidad: el autor ha reunido todos y cada uno de los estudios, reseñas, notas y cartas (a veces, meros acuses de recibo) que se han publicado (o no) sobre sus libros; para seguir, por la nómina de firmantes de esos textos, entre los que podemos encontrar a lo más granado del panorama patrio. A escritores famosos como Cela, Saramago y Lobo Antunes (la misiva de éste reza: "Caro amigo- Gracias. Usted es un poeta grande. Con mi admiración"), a antropólogos como Julio Caro Baroja o actores como Paco Rabal y Fernando Fernán-Gómez, así como a numerosos críticos de renombre: Víctor García de la Concha, Julio Ortega, Gabriele Morelli, Manuel Rico, Fanny Rubio, Juan Cano Ballesta, Pedro Martínez Montávez, Carlos García Gual... De entre todas las de la lista, destacaría la presencia de Antonio Muñoz Molina, principal mentor de Amezcua, prologuista de su antología Del lado de la vida, publicada, ahí es nada, por Galaxia Gutenberg, y donde se reúnen poemas de cuarenta largos años de producción. En ese mismo sello se publica ahora una segunda edición de su prosa completa Lenguaje tachado (la primera apareció en Comares) y en enero de 2017 saldrá toda su poesía bajo el título Una verdad extraña (1974-2017), también en Galaxia, con prólogo del citado hispanista italiano Gabriele Morelli. "El volumen de prosa se acerca a las 600 páginas y el de poesía a las 700", comentaba hace unos días a Javier López, de ABC Andalucía en Jaén.
A la vista de este despliegue de elogios y de las dimensiones, en consecuencia, de Singularidad en la poesía..., cualquiera podría preguntarse, ¿pero quién es este hombre? Sí, no creo que haya casi ningún poeta español vivo (o muerto) del que se haya publicado un libro de tales características y, sin embargo, ¿quién conoce a Amezcua, quién lo ha leído, qué poetas (jóvenes o no) citan sus versos (recientemente, por cierto, he visto un epígrafe suyo en un libro de Antonio Pilar), en qué obras de referencia aparece, en qué antologías y manuales, qué premios prestigiosos ha ganado?
El libro contiene, además de algunas entrevistas, una amplia antología de sus poemas, donde se aprecia con mayor claridad su amargo descontento con el mundo y proclama, con vena, ora doliente, ora satírica, su herida condición de poeta solitario preterido y ninguneado, a pesar del éxito de crítica que le precede, hecho que achaca, más que nada, a su independencia y a las maniobras llevadas a cabo contra él por la presunta "casta" poética de, al parecer, ascendencia granadina. "Esos que dicen que dicen / y nunca dijeron nada", leemos en su duro poema "Poetas oficiales o el régimen del pienso".
El libro contiene, además de algunas entrevistas, una amplia antología de sus poemas, donde se aprecia con mayor claridad su amargo descontento con el mundo y proclama, con vena, ora doliente, ora satírica, su herida condición de poeta solitario preterido y ninguneado, a pesar del éxito de crítica que le precede, hecho que achaca, más que nada, a su independencia y a las maniobras llevadas a cabo contra él por la presunta "casta" poética de, al parecer, ascendencia granadina. "Esos que dicen que dicen / y nunca dijeron nada", leemos en su duro poema "Poetas oficiales o el régimen del pienso".
El citado Fernán-Gómez, académico de la Española, afirmó que Amezcua era un "poeta irremediable". Para mí que dio en el clavo. Lo digo porque, más allá de las supuestas conspiraciones y los fracasos más o menos ciertos, sus poemas están ahí, al alcance de cualquiera que quiera leerlos. ¿No es eso lo único que importa? Poemas escritos por necesidad y con perseverancia para que éste o aquél lector, que ignora o no esas hipotéticas conjuraciones y sus estancias en el desierto, les ponga voz. Lo demás, ay, no es literatura.