Silvia Tocco es argentina de Buenos Aires y nació en 1954. Este año ha publicado Detrás de los ojos, su tercer libro de poesía, en Ediciones El Mono Armado. Es médico psicoanalista y trabaja con niños que tienen problemas emocionales. Si cuento esto, que aparece siempre en sus notas biográficas, es porque su poesía tiene relación con ello, aunque no sólo.
Sus poemas, escritos en minúsculas y sin puntuación, tienen una gracia especial. No encuentro otra palabra más adecuada. Son ligeros, siquiera en apariencia, aunque no por eso carezcan de la debida enjundia.
La memoria familiar, su infancia y sus raíces italianas, otro lugar común para una argentina, ocupan buena parte del volumen. Así, en "Las tías" ("la casa / era el sexo de las tías"), "Sicilia, 1996", "Calabria", "Sirocco"... Sus poemas son breves, pero a pesar de eso están, ya digo, llenos de sentido. Basta leer "La madre de Camus" (perfecto comienzo) "De tarde" o "Afuera".
La memoria familiar, su infancia y sus raíces italianas, otro lugar común para una argentina, ocupan buena parte del volumen. Así, en "Las tías" ("la casa / era el sexo de las tías"), "Sicilia, 1996", "Calabria", "Sirocco"... Sus poemas son breves, pero a pesar de eso están, ya digo, llenos de sentido. Basta leer "La madre de Camus" (perfecto comienzo) "De tarde" o "Afuera".
Hay un intermedio, digamos, de poemas en prosa donde aparecen, como comentaba, los niños y ese mundo que se relaciona con su ocupación profesional.
El erotismo (sutil, delicado, femenino) no falta. En "Ustedes", "La derrota", "Residence Littré", "Por venir". Ni París, donde el amor, ya se sabe, es norma. Copio a continuación dos poemas del libro.
había jazmín
en la isla
la canzonetta
entraba
por las hendijas
de la ventana
había
un padre
dejaba de ser
un soldado ciego
en la primera línea de fuego
La madre de Camus
a crin húmeda olía
el colchón
donde alumbró
una vida de silencio.
Guardó
a su hombre muerto
en campo de batalla,
esquirlas de obús,
postales enviadas
desde el frente.
No conocía de historia,
Francia había sido
una palabra
al otro lado del mar.
Era de la raza de las inocentes,
las que lavan la ropa sucia de los otros
las que limpian los suelos de rodillas
las que planchan el único pantalón del hijo
y encuentran en el bolsillo agujereado
la moneda para el fútbol
del día siguiente.
No piden promesas de amor
ni salvan el mundo
callada hilandera
teje por la noche
la mañana
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Sicilia, 1996
había jazmín
en la isla
la canzonetta
entraba
por las hendijas
de la ventana
había
un padre
dejaba de ser
un soldado ciego
en la primera línea de fuego