3.11.16

Rechazos

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«¿Si es duro pasar por esa cadena de negativas? Quizá, pero en realidad uno no es nadie si no tiene algún libro rechazado. Y si no que se lo digan a un pariente de Mallorca, estudioso de los fantasmas de su cerebro y admirador incondicional de Jose María Gironella. Este pariente enviaba sus manuscritos a todas las editoriales, pero su caso era cada día más penoso, no porque le rechazaran todo, sino porque nadie se dignaba contestarle. Un día me dijo: me gustaría contar al menos con una carta de repudio. Dicho y hecho. Presenté su último manuscrito en mi editorial y les pedí que no se olvidaran de contestarle, como así fue. En menos de una semana recibió una fulminante carta de rechazo: “Estimado señor, nos ha causado una agradable impresión su novela, pero...”.
Tras la carta, fue el hombre más feliz del mundo, y hasta la enmarcó y la colgó de una pared del comedor de su casa de Felanitx. Por cierto, ¿hablé ya de la gran dosis de refinada crueldad que puede agazaparse en ciertas negativas editoriales? Un caso llamativo es la respuesta que un joven escritor canadiense recibió de una revista científica de Shanghái: “Estimado señor, hemos leído con indescriptible entusiasmo su manuscrito. Si lo editamos, será imposible para nosotros publicar cualquier trabajo de menor nivel. Y como es impensable que en los próximos mil años veamos algo que supere al suyo, nos vemos obligados, para nuestra desgracia, a devolverle su divina composición, y a rogarle mil veces que pase por alto nuestra miopía y timidez”.» Enrique Vila-Matas, "Biblioteca de bodrios (y alguna obra maestra)". El País.