El Periódico |
Ya le dedicó uno a Ribera del Fresno una "carta" como ésta cuando colaboraba en el diario HOY, con motivo de un encuentro literario que tuvo lugar en su biblioteca pública, situada en una de las muchas casas solariegas que aún conserva ese bonito pueblo de la provincia de Badajoz donde nacieron Juan Macías y Meléndez Valdés, un
santo con vocación ultramarina y un poeta que ha sido calificado como el más
importante de la literatura española del Setecientos.
Para conmemorar el bicentenario de la muerte del ilustrado, en 1817 y en Montpellier, exiliado por su apoyo a Bonaparte, el Ayuntamiento de la localidad, con la colaboración de la Junta de Extremadura y de la Diputación de Badajoz, convocó un premio que lleva el nombre del autor de Batilo. Pero no un premio cualquiera, de los que tanto abundan. Se trataba de distinguir al mejor libro de poesía publicado en España en 2016. Lo ha explicado muy bien su ideólogo, digamos, José María Lama, director técnico de la empresa cultural +magín y secretario con voz pero sin voto del jurado, en un artículo publicado por eldiario.es: "El premio tiene varias singularidades. En primer lugar, se proyecta desde lo local como un premio nacional.(...) La segunda originalidad del premio es que no invita a los poetas a que se presenten. Se basta por sí solo para elegirlos, ya que se trata de un premio a libros publicados que sigue el modelo de los premios nacionales de la Crítica o, sin ir más lejos, del premio de novela “Dulce Chacón”, que se concede anualmente en Zafra. (...) Y la tercera originalidad del premio es que no es sólo un acto de, llamémosle, “cultura elevada”, sino una oportunidad de dinamización cultural de una localidad del medio rural extremeño. Para ello se invita a que los aficionados y las aficionadas locales a la poesía lean los libros finalistas. Y que se reúnan en un foro de lectura un día antes de la reunión del jurado indicando a la alcaldesa cuál debe ser el sentido de su voto". Aunque no estuve, la reunión donde los lectores de Ribera (en torno a treinta) eligieron su libro favorito fue de un nivel llamativo, lo que descarta ese tópico de que la poesía no interesa y que, además, es difícil. Claro, se nota la callada labor de los clubes de lectura, que llevan años funcionando en ese municipio de Tierra de Barros.
El jurado de esta primera edición ha estado compuesto por Olvido García Valdés, Irene Sánchez Carrón, Juan Ramón Santos, Eduardo Moga (en representación de la Junta, aunque reconocido crítico y poeta), Elisa Moriano Morales (representante de la Diputación), Piedad Rodríguez Castrejón (alcaldesa de Ribera del Fresno) y quien escribe. Los excelentes libros finalistas, tras una primera selección de veintidós elegidos por críticos de distintos medios (en el citado artículo de Lama se enumeran), eran seis: Carta al padre, Jesús Aguado (Vandalia. Fundación José Manuel Lara); Corteza de Abedul, Antonio Cabrera (NTS. Tusquets); No estábamos allí, Jordi Doce (La cruz del Sur. Pre-Textos); Ser el canto, Vicente Gallego (Visor); Han venido unos amigos, Antoni Marí (Renacimiento); y Pérdida del ahí, Tomás Sánchez Santiago (Amargord).
El jurado de esta primera edición ha estado compuesto por Olvido García Valdés, Irene Sánchez Carrón, Juan Ramón Santos, Eduardo Moga (en representación de la Junta, aunque reconocido crítico y poeta), Elisa Moriano Morales (representante de la Diputación), Piedad Rodríguez Castrejón (alcaldesa de Ribera del Fresno) y quien escribe. Los excelentes libros finalistas, tras una primera selección de veintidós elegidos por críticos de distintos medios (en el citado artículo de Lama se enumeran), eran seis: Carta al padre, Jesús Aguado (Vandalia. Fundación José Manuel Lara); Corteza de Abedul, Antonio Cabrera (NTS. Tusquets); No estábamos allí, Jordi Doce (La cruz del Sur. Pre-Textos); Ser el canto, Vicente Gallego (Visor); Han venido unos amigos, Antoni Marí (Renacimiento); y Pérdida del ahí, Tomás Sánchez Santiago (Amargord).
Tras las razonadas deliberaciones de rigor, que no se limitaron al mero juego matemático de los votos y los descartes, se alzó con el premio una obra que, como se recoge en el acta, desde el principio, ya en la selección previa, había suscitado claros apoyos. No estábamos allí, de Jordi Doce, es, en efecto, un «libro innovador lleno de paradojas, incertidumbres, preguntas, de experimentación y riesgo, y por tanto de extrañezas y misterio bajo una luz nórdica». «Una especie de relato intemporal en busca de la identidad "en medio del camino de la vida"».
El jurado se reunió en medio del precioso campo de Ribera, en un antiguo cortijo convertido ahora en hotel rural, donde el civilizado paisaje, de olivos y viñas, daba una impresión de cuidado jardín más que de cultivo agrícola. El acto donde se anunció el libro ganador (el premio está dotado con 4.000 euros) fue también una celebración del Día del Libro. A las palabras de la alcaldesa y del secretario del jurado, le siguieron la lectura de poemas de cada uno de los restantes miembros del mismo (en ausencia de Elisa Moriano), lectura que inició el mencionado Lama con "Prosperidad aparente de los malos", de Meléndez. Vino después otra lectura, la del acta, y la llamada en vivo y en directo al premiado para comunicarle la buena nueva, que pudieron escuchar todos los presentes. Una conversación breve, emocionada y nerviosa, como exigía la ocasión. Antes de proceder, me felicité por haber formado parte de un jurado competente que, a pesar de la corrupción que nos invade (incluida, ay, la literaria), había sido capaz de sacar adelante un premio limpio. Algo, por cierto, que le hubiera agradado a su inspirador, una figura, tienen razón Eduardo Moga y Miguel Ángel Lama, que hay que reivindicar.
El próximo 26 de mayo se hará entrega del premio a Jordi Doce en presencia de vecinos y autoridades. Allí estaremos.
Miembros del jurado ante el busto de Meléndez Valdés |