T. S.
Eliot.
Traductor
José Luis Rey
Visor.
Madrid, 2017. 1145 páginas.
Desde que publicó La
tierra baldía en 1922, annus
mirabilis (el del Ulise o Trilce) los lectores y la
crítica reconocen a Thomas Stearns Eliot (1888-1965) como padre fundador de la
poesía moderna. Había nacido estadounidense en Saint
Louis, Missouri, en una familia acomodada. Tras pasar por las aulas de Harvard,
viajó como dandy a París (para
entonces ya había descubierto a los simbolistas gracias a la antología de Symons,
en especial a Laforgue y su vers libre,
del que se confesó “enganchado”) y Reino Unido, donde llegó en 1914 y residió el
resto de su vida. Se nacionalizó británico en 1927. Se definió como “clásico
en literatura, conservador en política y anglocatólico en religión”. En 1948 le
concedieron el Nobel y su fama quedó consolidada. No sólo por su faceta de
escritor, sino también por la de crítico, uno de los más influyentes y
brillantes del siglo XX, y la de editor, en Faber & Faber, después de
abandonar Lloyd’s Bank. Precisamente en esta editorial londinense se publica en
2015 The Poems
of T. S. Eliot, donde sus editores, Christopher Ricks y Jim McCue, fijan el canon
definitivo de la poesía eliotiana.
En España se hizo con los derechos
Visor, que puso en manos de José Luis Rey la traducción de tan magna empresa.
Ya antes se había enfrentado, también para la casa madrileña, con la poesía de
Dickinson (tarea que dedicó, como esta, a su madre “que me enseñó inglés cuando
era niño”). Continúa una larga lista de poetas traductores de Eliot que incluye
a León Felipe (su versión de Los hombres
huecos es de 1931, el año siguiente al de la primera edición española de La tierra baldía, de Ángel Flores), Muñoz
Rojas (que lo trató en Londres), Vicente Gaos (de 1951 es la primera edición de
sus Cuatro cuartetos), Agustí Bartra,
Gil de Biedma (que vertió sus ensayos), Claudio Rodríguez (cuyas versiones
permanecen inéditas), José María Valverde (que publicó a finales de los setenta
en Alianza Poesías reunidas), José
Emilio Pacheco (del que rescata, la misma editorial, su edición de Four Quartets), Esteban Pujals, Juan
Malpartida, Jordi Doce, Felipe Benítez Reyes, Juan Bonilla… Aun no siendo poeta,
es justo destacar las traducciones de Andreu Jaume.
El volumen bilingüe está estructurado de la siguiente
manera: al breve pero elocuente prólogo de Rey, le siguen los libros y otros
poemas en orden cronológico. Prufrock y
otras observaciones (1917), Poemas (1920),
La tierra baldía (1922), Los hombres huecos (1925), Miércoles de ceniza (1930), Poemas de Ariel, Poemas inacabados, Coriolano (1931),
Poemas menores, Coros de ‘La Roca’, Cuatro
cuartetos, Versos de ocasión y Poemas sueltos. Se incluye La tierra baldía: reconstrucción editorial,
esto es, una versión del libro anterior a la poda que hizo en el original el
poeta Ezra Pound.
Si importante es el corpus poético de Eliot (que los
lectores españoles conocíamos sólo en parte), no le anda a la zaga, en lo que a
esta ejemplar edición respecta, los Comentarios
que le acompañan. Ocupan 433 páginas y recogen las apreciaciones del poeta
sobre su obra tomadas de diversos libros, textos, artículos, testimonios, entrevistas
y correspondencia. Es un festín, entre exhaustivo y abrumador, para los
lectores, que encontrarán allí miles de claves acerca de sus versos, los de un
poeta sin duda complejo, y otras tantas lecciones acerca de la poesía que
muestran a las claras su perspicacia crítica. Y su absoluta modernidad, cabe
añadir, pues que al tiempo que escribe sus poemas es capaz de reflexionar con
lucidez sobre su labor.
De su ópera prima, Prufrock
(como él la llamaba), tras una paciente espera de años y el incondicional apoyo
de su “defensor”, el citado Pound (al que conoce en 1914), se vendieron 357
ejemplares. Vino después Poemas y,
por fin, el libro que acaso mejor le describe y por el que, ya se dijo,
consiguió un lugar principal en el parnaso. Las interpretaciones sobre ese
permanentemente novedoso poema no han dejado de crecer. “Para mí supuso solo el
alivio de una personal y totalmente insignificante queja contra la vida; no es
más que un trozo de rítmico lamento”, atajó Eliot. Cualquier lector en lo
primero que se fija cuando tiene en sus manos una nueva edición es en cómo se
traduce el primer verso. Para Rey: “El mes más cruel es abril”.
De la importancia que tuvo Pound en la versión definitiva
(que aquí se puede contrastar) ya se ha hablado bastante, así como de la
pertinencia o no de las “Notas” que incluye. El asombro, sin embargo, no cesa. Su
poética puede resumirse en esta frase: “Si uno quiere decir algo que no haya
dicho antes, uno ha de encontrar una nueva manera de decirlo”. Y eso hizo. Consiguiendo,
como quería, que un poema extenso sea “tan interesante como una historia
detectivesca”. En aquel tiempo, ya había aprendido las reglas para poder
romperlas, no buscaba la novedad ni intentaba hacer algo que ya se había hecho.
Eliot tuvo dos almas poéticas claramente representadas por
sus dos libros más significativos: La
tierra baldía y Cuatro cuartetos.
No fue, así, el autor de un mismo libro. Si en el primero prima la
experimentación y la búsqueda, en el segundo, según Malpartida y Doce, se expresa
“el poeta del renacimiento cristiano”, más conservador, espiritual y
meditativo.
En la poesía española contemporánea, los partidarios de uno
u otro forman, digamos, dos frentes que no dejan de representar dos maneras
distintas de concebir el hecho poético.
Aun reconociendo la absoluta maestría de estas obras, la
elegancia eliotiana (que Rey consigue transmitir en castellano) está también en
sus poemas menores (“Paisajes”), en sus versos de ocasión (“Dedicatoria a mi mujer”) y en los sueltos
(con poemas eróticos dignos de un puritano).
“No es un libro para
cualquiera ni es un libro para leer, sino para hundirse y resucitar en él”,
dijo Azúa de los cuartetos, algo que se
me antoja extrapolable a este volumen, su “mundo completo”, un hito en la incesante
recepción de la obra de Mr. Eliot en España.
Nota: Esta reseña del primer volumen de las poesías completas de Eliot se publicó en El Cultural el pasado viernes, 16 de enero.