11.11.18

Recordando a Gayga

Como anunciamos aquí, anoche se celebró el homenaje al escritor y periodista José Antonio Gabriel y Galán, veinticinco años después de su prematuro fallecimiento. A pesar de la lluvia y de que era sábado, nos reunimos en el Verdugo no pocas personas al amor del recuerdo de un placentino que mantuvo, desde la distancia, esa noble y azarosa condición. Allí estaba su viuda, Cecilia Alarcón, su hija, tres hermanos y una hermana de José Antonio, más familia, amigos... Organizó el acto el Ayuntamiento, de la mano firme de Juan Ramón Santos, y la Asociación de Escritores Extremeños, que él también preside. Por eso tomó primero la palabra el alcalde Pizarro, con la desenvoltura que le caracteriza. Al final de su medida aunque emotiva intervención, anunció que se va a colocar una placa en su casa natal que perpetúe su memoria hasta donde eso sea posible. 
Le siguió Paco Gabriel y Galán, quien mejor le conoce (hablo deliberadamente en presente), que, con un gran sentido de la oportunidad, elaboró, echando mano de distintas conferencias de su hermano (su archivo es una joya), una suerte de poética donde se sucedían opiniones, sueños, deseos, frustraciones y, en fin, todo aquello que alguien que escribe pretende conseguir. Porque, según él, la áspera voz del José Antonio del Diario (acaso su libro más significativo, donde está más, diría) no es por la que le gustaría ser recordado. No olvidó mencionar al Gayga comprometido, moral y políticamente. 
Álex Chico, que estuvo a punto de dedicar a su obra una tesis doctoral (Fernando Valls iba a dirigirla), lo que dio al cabo en un libro precioso, Un hombre espera (donde aparece el joven que fue en París), que lo descubrió a través del diario (si bien oyó su nombre por primera vez cuando se inauguró el Aula de Literatura que lleva su nombre y él era aún alumno de bachillerato), Álex Chico, decía, habló de esto que cuento y de la singular trayectoria del escritor, uno de los que ha marcado con mayor fuerza su educación literaria y sentimental. Todo un maestro. 
Por fin, Luis Bagué, profesor en la Universidad de Murcia y crítico de Babelia (El País), responsable de la edición de su poesía completa, se centró en su vertiente lírica, digamos, para empezar confesando que cuando le encargaron ese estudio a él sólo le sonaba su nombre de una novela que estaba en la biblioteca familiar y cuya cubierta y título tanto habían llamado desde siempre su atención. Se refería a El bobo ilustrado. Y eso, explicó, porque Gabriel y Galán, nieto, no aparecía en ninguna antología generacional o canónica, tampoco en las alternativas, ni era mencionado por los críticos como uno de los que podría haber estado en ellas, pero no estaba. Tres libros publicó en vida (el tercero ni siquiera exento) y, como en su vertiente narrativa, cada cual fue a su bola y sin otro plan (temporal o estratégico) que el de escribir lo que en ese momento necesitaba. Chico y Bagué, en este sentido, reconocieron su cualidad de adelantado. Así, comentó el segundo, cuando se leen los monólogos interiores de A salto de mata, que anticiparían, a su manera, los muy logrados de las novelas de Chirbes. Otro tanto cabría decir de la crítica a la Transición que, en el momento en que esta sucedía, se da en Un país como este no es el mío
Sí, la obra de José Antonio Gabriel y Galán, a pesar del éxito, casi póstumo, de Muchos años después (como dejó escrito Luis Carandell, "un jurado compuesto por Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Augusto Roa Bastos, Arturo Uslar Pietri y Gonzalo Torrente Ballester le concedió en Colombia uno de los más prestigiosos premios literarios en lengua española, el Eduardo Carranza"), espera el reconocimiento que siempre esperó y que no obtuvo. Por eso el mejor homenaje que podemos hacerle es leer sus libros. Empezando, concluyeron los intervinientes de anoche al ser preguntados, por el Diario, que está, como su poesía completa, en el catálogo de la Editora Regional de Extremadura. No es tarde. En literatura, nunca lo es.