20.1.21

Basilio en El Mundo


SALUD. EL MUNDO.
Profesionales sanitarios en tercera ola: "Estamos agotados, desgastados, aburridos y enfadados"

Cuentan con más medios y están mejor preparados que en la primera ola, pero en esta tercera, mucho peor que la segunda, los profesionales sanitarios están cansados de ver que la historia se repite y la gente no tiene conciencia de la situación

ANA MARÍA ORTIZ. MADRID

Cuenta Carlos Martín, jefe de Medicina Interna del Hospital San Pedro de Alcántara de Cáceres, que, durante la primera ola de la pandemia, 10 de los 11 neumólogos de su centro, vitales para el tratamiento de la Covid-19, resultaron contagiados a la vez. Seis de ellos precisaron de ingreso médico. Con los neumólogos fuera de juego, casi toda la carga de trabajo recayó sobre los hombros de los internistas. "Y aún así estábamos on fire, por así decirlo, como muy adrenalínicos, buscando información toda la tarde, conectándonos a conferencias con los americanos, italianos, franceses... Y esta vez veo, tanto a mis compañeros como a mí, un poquito más cansados. No físicamente, sino cansados de otra vez lo mismo".
Las palabras del especialista resumen la valoración general de los profesionales sanitarios a los que preguntamos por las diferencias de las tres olas de coronavirus con las que se han tenido que enfrentar hasta ahora. Cuentan con más medios, están mejor preparados, no les ha cogido con el pie cambiado, pero se encuentran "agotados", "desgastados", "aburridos" y "enfadados". "¿Para qué tanto esfuerzo si no hay conciencia? Ahora estamos viendo morir a gente que en realidad está muriendo por celebrar la Nochebuena y la Nochevieja. ¿La gente no va a tener cuidado de una santa vez? A mí eso me duele mucho", dice Carlos Martín.
"La principal diferencia en esta tercera ola es que hemos aprendido en cuanto al tratamiento de los pacientes. En la primera ola estábamos que si corticoides sí o no, antibióticos sí o no...", dice Sergio García Ramos, enfermero y portavoz del sindicato de enfermería Satse en Madrid. "El problema es que ahora el personal estamos en peores condiciones, cansados, agotados, con depresión... La gente no hace más que arrimar el hombro y reconocimiento estamos recibiendo poquito", se queja.
Basilio Sánchez es el responsable del servicio de Medicina Intensiva del complejo hospitalario de Cáceres. "En la primera oleada no estábamos preparados. No sabíamos el alcance de la enfermedad, no sabíamos hasta dónde podía llegar el número de afectados, no conocíamos el curso evolutivo de la infección ni hasta qué punto iba a afectar como enfermedad a los sanitarios. Fue una suma de circunstancias que nos mantenían muy tensos y con mucho miedo. Tuvimos una avalancha de enfermos que nos llevó a una toma de decisiones que siempre creímos prudentes, pero que se hicieron en condiciones de absoluto desconocimiento para mí que llevo 38 años en cuidados intensivos", explica el responsable de la UCI, donde se tratan los casos más graves.
"En la primera ola pensábamos que era cuestión de apretarnos los machos y trabajar al 110%. Duplicábamos turnos, las enfermeras adelantaban la hora de entrada al hospital, los residentes ejercían de adjuntos... Todos nos sumamos al esfuerzo. El mayor conocimiento de la enfermedad nos ha permitido relajarnos en ese sentido, pero estamos cansados, agotados. Los médicos y enfermeras de cuidados intensivos estamos acostumbrados a tratar con pacientes críticos y a estar sometidos a tensión, pero también a ver cada día enfermos distintos, sin la presión y sin el aburrimiento que nos produce tener que tratar sólo pacientes con neumonía Covid", añade Basilio Sánchez, quien trabaja en el mismo centro que Carlos Martín, el internista con el que abríamos este reportaje.
Ambos especialistas están en Extremadura, una de las regiones donde el coronavirus hizo menos estragos durante las dos primeras olas pero que ahora ostenta el récord de contagios a nivel nacional: 1.412 por cada 100.000 habitantes.
La pandemia está más extendida en su comunidad, pero la mortalidad es menor. Es una de las grandes diferencias que ha observado Carlos Martín en esta última ola, respecto a la primera: "Tuvimos 750 ingresos entre la segunda quincena de marzo, abril y la primera de mayo. La mortalidad fue del 24%, casi uno de cada cuatro. Y ahora ya llevamos 750 ingresados, y la mortalidad es del 16%, nueve puntos menos".
En esos últimos 750 ingresos cuenta todos los pacientes que han atendido desde septiembre, los que corresponderían a la segunda y tercera ola, que él considera una sola embestida de la pandemia. "Hubo claramente una primera ola en marzo, abril y principios de mayo. Luego bajó enormemente hasta no tener ningún paciente ingresado. Y luego comenzó la segunda ola que no ha cesado. En mi hospital nunca ha habido menos de 30 casos desde septiembre", dice.
La única explicación que Carlos Martín encuentra a este descenso de la mortalidad es que en la primera ola, cuando además no estaba extendido el uso de mascarillas, los fallecidos, fundamentalmente ancianos de residencias, podrían haberse infectado de varios focos a la vez. "En mi teoría, no lo sé seguro, es que en la primera ola en las residencias de ancianos el que te levantaba te infectaba, el que te daba de desayunar también, y tus compañeros también. Antes se contagiaban muchas veces y llegaban con mucha carga vírica", dice.
Otro cambio que apuntan los especialistas respecto a lo vivido en marzo de 2020 y la situación actual es que los ingresos son más escalonados. "En la primera oleada tuvimos el mismo número de casos que tenemos desde septiembre. Concebido como un tsunami que amenaza con desbordarnos, fue peor la primera ola. En el pico máximo de esta ola, que fue hace tres días, hemos tenido 112 ingresados y en la primera ola llegamos a 225", explica Carlos Martín.
"En la primera ola tuvimos en la UCI cuarenta y tantos, graves, ventilados; entre la segunda y la tercera llevamos ya 50 pacientes, pero en la primera ola los ingresamos en muy poco tiempo y estos 50 son desde el final de verano", lo secunda Basilio Sánchez, quien actualmente tiene ocupadas 12 de las 20 camas UCI médicas de su hospital.
Lo que no ha cambiado, desde el punto de vista de ambos, es la agresividad del virus. "Como la segunda ola fue más floja pensamos que podía venir atenuado. Ahora estamos viendo que no. Hemos tenido hace poco un paciente que ha fallecido al tercer día de estar en la unidad con un fracaso multiorgánico. El virus se ha comportado de manera tremendamente agresiva, igual que en la primera fase", dice Basilio Sánchez.
Les preguntamos si no tienen la sensación de haber vuelto al principio casi un año después. Ambos médicos mencionan la vacuna como antídoto ante ese pensamiento. Carlos Martín se la puso el martes pasado. "Y me siento fenomenal. Lo que me mueve a la esperanza es la vacuna. Ahora, si no fuera por la vacuna o la vacuna no funcionara no sé qué íbamos a hacer. El confinamiento solventó la primera ola, pero no sé si es factible económicamente un segundo confinamiento. Tengo todas mis esperanzas en que no vamos a volver al principio".