La idea fue de Salvador Retana. El pasado lunes, Yolanda, Gonzalo Hidalgo Bayal, mi hermano Fernando (autor de las fotografías que ilustran esta entrada), el promotor y yo visitamos la Biblioteca de los Jesuitas, que es como se conoce a la del Obispado de Plasencia por aquello de que el núcleo de sus fondos proceden de la del antiguo Colegio placentino de la Compañía, construido por orden del prelado Gutierre Vargas Carvajal en 1555 y que "permaneció funcionando durante más de 200 años, hasta que en 1767 el rey Carlos III decretó la expulsión de los jesuitas de España", como explica el periodista Claudio Mateos en el diario HOY. En ese mismo, detallado artículo se da cuenta de que "entre los aproximadamente 5.000 volúmenes hay al menos tres incunables" (que ya son más), así como "libros de clásicos como Platón o Cicerón, un ejemplar de La Galatea y una rareza como es un libro expurgado del humanista Erasmo de Rotterdam, que contiene tachaduras y una nota que lo señalaba como lectura prohibida". Vimos algunos de esos tesoros (como la Biblia Políglota Complutense) y otras rarezas gracias al archivero Gorka Díaz Majada, que en el último número de la revista Alcántara publica, por cierto, la primera entrega de un amplio estudio sobre la biblioteca que ha catalogado (con la ayuda financiera de la Fundación Banco Sabadell), si bien la actual archivera es María del Carmen Fuentes Nogales (también presente en nuestra visita). La disertación de Díaz fue muy amena. Se aprecia la pasión que ha puesto en su empeño, tan noble como titánico.
En otro artículo, el citado Mateos cuenta que "entre los hallazgos más importantes se encuentra la bula de las gracias concedidas al cardenal Bernardino de Carvajal en 1521 por el papa León X, es decir, el nombramiento como obispo de este importante religioso que ya ocupaba un cargo de importancia en Roma al ser designado obispo de Plasencia, su ciudad natal, sede que ocupó hasta 1524, cuando fue sustituido por Gutierre de Vargas Carvajal. La bula ha aparecido dentro del pequeño estuche original de latón en el que llegó desde Roma, posiblemente a manos del propio Bernardino de Carvajal, y se encuentra perfectamente conservada". No es la única joya que esas paredes albergan.
Tanto o más interés tuvo para uno el relato de leyendas y anécdotas suscitadas por ese lugar, fundado en el siglo XVIII, que estuvo tapiado en más de una ocasión para evitar su destrucción o su saqueo. Fueron las pesquisas del obispo alcoyano Vilaplana Molina las que permitieron dar con ese oculto recinto en los años setenta del siglo pasado, aunque haya llevado décadas llevarla hasta su digno estado actual.
Me acordé mucho ese día de mis amigos Santiago Antón, al que las barreras arquitectónicas cegaron el paso, y José Luis Melero, si bien sus intereses librescos sean otros. A los que amamos los libros, cualquier biblioteca nos basta. Más si es tan hermosa como esta; de estilo colonial, para más señas. Con vistas, por delante, a un ameno jardín y, por detrás, a la parte antigua de esta culta ciudad murada.