Conocí a Javier Lostalé en Madrid, donde nació, en 1991. En la rueda de prensa que siguió al fallo del premio Loewe que gané aquel año con Una oculta razón. Luego nos hemos encontrado en alguna que otra ocasión; por ejemplo, en las presentaciones de un par de libros míos en la librería madrileña Rafael Alberti. Porque pertenecemos "al linaje de los tímidos" (parafraseo el verso de un hermoso poema de Basilio Sánchez recién publicado en la revista Sibila), charlas breves y en voz baja donde siempre he apreciado la exquisita cortesía que gasta este bondadoso periodista cultural que es, sobre todo, poeta. Autor de los libros Jimmy, Jimmy (1976; 2000), Figura en el Paseo Marítimo (1981), La rosa inclinada (1995), Hondo es el resplandor (1998; 2011), La estación azul (2004; 2016), Tormenta transparente (2010), El pulso de las nubes (2014) y Cielo (2018). Su obra ha sido seleccionada en varias antologías. También ha publicado en prosa Quien lee vive más (2013), Lector de poesía (2019) y Lector cómplice (2021).
Lostalé ha dedicado su vida a la promoción de la lectura, como presentador, comentarista, entrevistador y crítico. Desde Radio Nacional de España fundamentalmente (en los programas El ojo crítico y La estación azul). Por ese dilatado y riguroso trabajo le concedieron en 1995 el Premio Nacional al Fomento de la Lectura.
Con motivo de su ochenta cumpleaños, Libros de la Revista Áurea en colaboración con la editorial Polibea han publicado un libro de homenaje titulado En su hondo resplandor. La edición es de Miguel Losada. Han colaborado casi un centenar de amigos o conocidos, lectores suyos, y el volumen reúne prosas y poemas. Supo de su existencia en una cena que tuvo lugar el día 27 en el Café Comercial y, en efecto, fue para él una sorpresa. Bendita discreción.
No es cuestión de comentar con detalle el contenido del libro (que incluye colaboraciones de calidad), pero puedo destacar los textos en prosa de José Infante (justo y combativo), Pureza Canelo (que ha tenido el detalle de enviarme el libro), Vicente Molina Foix, Rafael Soler, Luis Alberto de Cuenca, Enrique Gracia Trinidad, José Cereijo o Ignacio Elguero. También el del editor, Losada. Y los poemas de Corredor-Matheos, Antonio Carvajal, Jesús Munárriz ("el poeta es el loco del cotarro"), Antonio Colinas, Luis Antonio de Villena, Jaime Siles, José Ángel Cilleruelo, José Teruel ("El pasado se entierra en el futuro. / Somos habitantes de una espera"), Jordi Doce, Juan Antonio González Iglesias ("ordena las palabras / con la rara perfección no buscada / de los auténticos") o José Luis Rey (con un evocador poema que aparece en el número 66 de Sibila).
Por mi parte, envié a Losada este poema inédito. Lo elegí a conciencia. Con todo mi respeto, admiración y cariño hacia él, a pesar (para que luego hablen del resentimiento de los poetas) de que ostento un récord del que muy pocos vates de este país pueden presumir: nunca he pasado por La estación azul. ¡Salud, maestro!
DESVELO
Estás en la vejez, o sólo a un paso,
dices al despertarte en plena noche.
En la cocina –has ido a beber agua–
lo anotas torpemente en un papel.
Jamás antes hiciste cosa igual.
Hasta ahora era esta una ficción:
la de ese escritor que duerme siempre
con una moleskine en la mesilla.
Al volver a la cama, te desvelas.
Le das vueltas a éste, a otros asuntos
capaz de espabilar a cualquier hombre
que sabe que su tiempo se le acaba.
Bien sabemos que el sueño a estas edades
es un bien tan preciado como escaso.