María Ángeles Pérez
López
Valencia: Pre-Textos,
2023.
MÁPL (Valladolid, 1967)
ha publicado una docena de libros de poesía. Con Incendio mineral (2021) consiguió
el premio de la Crítica.
Su título no da lugar a equívocos. Desde hace años, el número
de inmigrantes que viajan en pateras desde África y Asia hasta Europa no deja
de crecer. Ni el número de muertes que ese éxodo acarrea. Una de las grandes tragedias
de nuestro tiempo.
Estamos ante una poesía moral, más que civil (aunque lo sea),
centrada en la preocupación por el otro: “en todo rostro desemboca el nosotros,
porque nosotros es yo”.
A pesar de su condición de profesora universitaria y miembro
de distintas academias, el lenguaje utilizado es, digamos, antiacadémico, así
como el planteamiento general del libro: metapoético, innovador y audaz: “no
ser red”. “La tumba no es el mar sino el lenguaje”, leemos.
Se compone de ocho extensos poemas en prosa, partes de una
suerte de compasivo réquiem. Cada uno va acompañado de unas “notas” donde la
autora reflexiona o comenta distintos aspectos del mismo.
El tono es aforístico, propio de esta poesía del pensamiento
que, sin embargo, no reniega de una sugerente plasticidad tanto visual como
rítmica: “Escribes para que tus manos puedan ver”.
Naufragio, asfixia (“una experiencia mancomunada”), espanto,
ahogados (“las largas agendas del ahogo”), noche (¿Qué están mirando frente a
lo impenetrable?”), niebla (donde “la arqueología del abandono”), mar y océano
(¿O hemos olvidado que el agua nos recorre?”), enigma y zigurat (Babel: “mi
lengua es sólo la de las equivocaciones”), extranjero (“Todos somos
extranjeros”) son términos que van marcando este itinerario del dolor. ”Arden
los alfabetos de la infamia, las oraciones rotas de los dignos”, dice con deje
gamonediano.
El perro, el cocodrilo, el león son protagonistas de un
inquietante juego alegórico en torno a lo animal y lo salvaje. Realidad,
extrañeza.
NOTA: Esta reseña se ha publicado en EL CULTURAL.