El hispanista marroquí Najmi Abdelkhalak ha publicado en la editorial Diwan un valioso libro para cuantos sentimos fervor por la ciudad de Tánger. Su título, Conversaciones secretas sobre Tánger. Con españoles tangerinos, cabe precisar. Treinta y uno en total.
En el prólogo, Carmen Ruiz Bravo-Villasante alude a cómo la llegada a esa "ciudad-puerto" supone para el viajero un auténtico "rito de paso". De "viaje iniciático" habla Gonzalo Fernández Parrilla. Tan cerca, tan lejos.
En la introducción, el autor la sitúa como una verdadera ciudad literaria (algo que corroboran el 99% de los entrevistados) y enumera algunas obras que confirman esa afirmación. Añade algunas pinceladas útiles acerca de la historia de Tánger, en especial de la más cercana, la que se refiere al periodo del Estatuto Internacional; su edad de oro, digamos.
"El objetivo principal de este trabajo (...) es enfocar la ciudad protagonista de las obras españolas durante el último cuarto de siglo", concreta.
La nómina de entrevistado es esta: Cristina López Barrio, Iñaki Martínez, María Dueñas, Sergio Barce, Antonio Pau, Javier Valenzuela, Consuelo Hernández, Salvador López Becerra, Farid Othmán Bentría Ramos, Luis Molinos, Nuria Ruiz Fernández, Ramón Buenaventura, Pablo Cerezal, Bernabé López García, Pedro Martínez Montávez, Leopoldo Ceballos, José Luis Barranco Pérez, Alberto Gómez Font, Jesús Alfredo Díaz García, Sonia García Soubriet, Rosa Amor del Olmo, Víctor Pérez Pérez, José María Lizundia, Gonzalo Fernández Parrilla, Lorenzo Silva, Jesús Cabaleiro, Rocío Rojas-Marcos, Encarna Cabello, Isaak Begoña, Alfonso Armada y Verónica Aranda. Escritores, pintores, profesores, abogados... A todos les une el amor a Tánger y todos, o casi, han vivido allí. Algunos, además, nacieron en Tánger.
Hay entrevistas más sustanciales que otras, como es obvio, por lo mismo que hay personajes interesantes y quienes me lo parecen menos. A veces, una cosa y la otra no encajan. Por ejemplo, mis expectativas eran muy altas en lo que respecta a la conversación con Antonio Pau, autor de la estupenda Tánger entonces (Comares), y sin embargo... Demasiado lacónico. Lo mismo me pasó con Lorenzo Silva, que se centra en la guerra del Rif, donde fue soldado su abuelo.
Sin afán exhaustivo, destacaría lo dicho por el periodista Javier Valenzuela, el de la famosa Tangerina; por la extremeña Consuelo Hernández, hermana, por cierto, de Felipe, profesor y músico, íntimo amigo de Gonzalo Hidalgo Bayal y hervaciano de pro, que aporta mucha y valiosa información acerca de pintores de tema tangerino (Fortuny, Tapiró, Bertuchi, Fuentes, Hernández, Bravo), como ella, así como de su amistad con Chukri; por Ramón Buenaventura, autor de una novela imprescindible: El año que viene en Tánger; por los acreditados arabistas López García y el fallecido Martínez Montávez, un maestro: "Tánger es tanto una realidad múltiple objetiva como una realidad múltiple subjetiva"; por Leopoldo Ceballos, que vivió en el bulevar Anteo y conserva la memoria de un Tánger que me resulta familiar; por Alberto Gómez Font, que sabe del amor fou por la ciudad, una suerte de femme fatale; por Víctor Pérez, que confiesa: "lo que más echaba yo de menos en Tánger era chubakía" (dulce típico), y cuenta que llegó a conocer a Ángel (Antonio) Vázquez, el autor de un libro que planea constantemente por este libro y que no dejan de mencionar unos y otras: La vida perra de Juanita Narboni, una obra que contiene a esa ciudad tan inolvidable como perdida; por Lizundia, un tanto híspido, quien entra en otro asunto clásico tangerino comentado por casi todos: el de Bowles y los Beat que por allí pasaron y distingue entre "hacer literatura de Tánger" y "hacer Tánger", además de defender a Rey Rosa como quien mejor ha recreado a Tánger en forma de libro; por el citado Fernández Parrilla, estudioso de la literatura árabe, que a la reiterada pregunta de si la considera una ciudad literaria, responde: "Tánger es ya, con toda su proliferación textual, una suerte de cronotopo literario"; por Rocío Rojas-Marcos, otra presencia inevitable si de tangerinidad se trata, siquiera sea por su Tánger, la ciudad internacional, una obra imprescindible; por el periodista Alfonso Armada, que también ha tenido y tiene mucho que decir de ese lugar de la realidad y del mito, lo mismo que la poeta Verónica Aranda, de la que prologué su tangerino Café Hafa.
En las conclusiones, Najmi Abdelkhalak reitera, entre otras cosas, la condición de ciudad literaria (que avala con la enumeración de numerosos escritores) y subraya que se ha impuesto incluso como moda literaria, siquiera sea por la cantidad de títulos recientes (no todos salvable, según creo), ante todo novelas, que se sitúan allí. Obras narrativas, sí, pero también memorialísticas. Si algo caracteriza a los tangerinos, en especial a los de la diáspora, la inmensa mayoría, es su capacidad para la remembranza. No me extraña, si los que vamos de paso no la olvidamos, que decir de los que han vivido en ella.
Cierra el volumen una práctica bibliografía de "obras españolas sobre Tánger". De alguna ya he dado buena cuenta, aunque no ha sido fácil encontrarla.
Vislumbro que habrá nuevas conversaciones sobre Tánger. Secretas o no. Esa ciudad es, por definición, infinita. Y un libro en sí misma.