Tiene razón Zoki cuando dice desde Radio París: "En
diversos círculos se sigue repitiendo una especie de mantra: la hondura
artística está reservada a los que caminan en el interior de los
abismos. Sospecho que de esta frágil certeza han salido bastantes
naderías. En mi opinión, la búsqueda del malditismo es trivial y sus
simas presentan a menudo la forma de una mirada injusta. Disiento de quienes piensan que la calidad creativa es el fruto de alguna derrota íntima. He encontrado más profundidad en artistas que desde la lucidez resaltan la existencia". Luego confiesa que le acompaña un buen modelo: la poesía de Sánchez Rosillo. "Aunque
la angustia tenga mucha fama en nuestra cultura, el escritor propone su
alternativa: la consciencia contra la simpleza sombría", añade. Uno asiente, sí, pero no deja de pensar en quienes tienden sin remedio a la melancolía, que no es lo mismo pero se le parece. Los elegíacos incurables. Qué difícil resulta sobreponerse a tanta y tan pertinaz desgracia. Más allá de la crisis, no seamos simples. Cosa distinta es la retahila de jeremiadas con la que algunos nos azuzan. La caída en esa cansina cultura de la queja en la muchos navegan a sus anchas, tan a gusto. Como si las aguas de la época no fueran procelosas.