2.10.16

A propósito del blog

El día 2 de mayo de 2005 publique “Bitácora”, la primera entrada de mi blog. Decía: «¿Seré capaz de llevar el diario que siempre fui incapaz de llevar? Bueno, mejor sería preguntarse si, como creo, el blog (o la bitácora, que decimos por aquí) es el medio ideal para adaptar la escritura a los tiempos que vivimos; los de internet, sí, que son los de la velocidad y la prisa; los de la actualidad desaforada; los del estrés como forma de vida.Por intentarlo que no quede».
Una década después, publique esta otra, titulada, claro, “10 años”: «Tal día como hoy, hace diez años, empezó uno a publicar este blog. Parece mentira. Al menos a mí. Comencé con fuerza: tres entradas llevan aquella fecha: “Cementerio alemán”, “Confidencias” y “Bitácora”. Un lugar al que siempre vuelvo, una breve reflexión sobre una de mis obsesiones favoritas: la literatura escrita por mis paisanos, y lo que viene a ser una declaración de intenciones. 
Me asalta con frecuencia la idea de abandonar. Sí, sé que algunos me leéis, pero también que uno puede resultar cansino. También cansa mantener esta bitácora, más a este ritmo, aunque sea por amor al arte.
Soy consciente de que este es mi libro (inédito) más voluminoso, el que más páginas contiene de cuantos uno ha escrito, por más que a veces las palabras que uso sean prestadas. Un diario en toda regla. El de un lector, sobre todo.
Hasta ahora, se han publicado aquí 3.820 entradas.
Nadie, en fin, podrá discutirme a estas alturas que no lo he intentado. Otra cosa es si ha merecido o merece la pena. En esa duda permanezco. Me da que es metódica». 
A día de hoy, las entradas publicadas son ya 4.218 y las páginas vistas (historial completo), 814.201. O eso dicen los de Blogger. 
La entrada más visitada ha sido “Venecia adentro”, sobre el libro Laberinto veneciano, de Marina Gasparini Lagrange. Se ha visto 4.494 veces. Hasta ahora. 
Estadísticas al margen, justifico mi perseverancia porque creo que publicar este blog me hace bien. Mi vida, como casi todas, es bastante anodina. Al trabajo, la rutina familiar y doméstica y los paseos a la orilla del río sólo puedo añadir la pasión de leer, que es lo que al cabo marca el ritmo de esta bitácora. Más allá de algunas incursiones en la política (cada vez menos), los escasos viajes (de uno que vive inmóvil entre murallas), las citas de otros escritores (a modo de reflexión) y la actualidad literaria (vista desde la oscura provincia), este blog se alimenta fundamentalmente de lecturas, las que comenta alguien que elige, como diría Brines. No se trata tanto de ejercer la crítica como de, ya digo, compartir en voz alta (un decir) mis notas de lectura acerca de tal o cual libro; de versos, sobre todo.
“La crítica es importante”, le decía Elizabeth Bishop en una carta a Anne Stevenson, y añadía: “« hay que hacer limpieza» (R. Lowell), pero yo no quiero hacerla”. Ese es el dilema, sí. De ahí mis dudas. Por eso pido perdón por mi atrevimiento.
Como cada vez escribo menos, este ejercicio literario me compensa. Y digo “literario” porque desde el principio me tomé muy en serio esta tarea que uno concibe con la misma exigencia que la de componer poemas y armar artículos.
No sé si he sido capaz de llevar el diario que nunca pude o supe pergeñar, pero esta bitácora una suerte de diario sí es, siquiera de lecturas. Para un letraherido ya es bastante. 
Siempre al borde del cierre, con agudas rachas de desazón, por ahora me mantengo erguido y sonrío, como quería mi maestro Lanza del Vasto. Ojalá que no sólo para mi propio bien, ya dije. Si por algo se caracteriza este invento es por su cariz conversador. En ese diálogo seguimos. Solvitur ambulando.

Preparé este texto sobre el blog a petición de Marta Agudo para la revista Nayagua, de la Fundación Centro de Poesía José Hierro. Allí se ha publicado. Gracias.