20.10.17

Tres antologías

No dejan de publicarse antologías. De la obra de un determinado autor o, como éstas, de poetas jóvenes (o no) y periféricos que uno considera centrales para intentar comprender el rico, variado panorama de la poesía española actual.
13. Antoloxía da Poesía Galega próxima, de María Xesús Nogueira, publicada al alimón y de manera exquisita, en edición bilingüe, por la compostelana Chan de Pólvora y la madrileña papelesmínimos, reúne poemas de trece jóvenes poetas, de ahí el título, nacidos entre 1982 y 1996. Seis son mujeres. De entre los elegidos, destacaría a Berta Dávila y a Gonzalo Hermo, ambos consiguieron en su día el Premio de la Crítica y el segundo el Nacional de Poesía Joven 'Miguel Hernández' por Celebración. El prólogo de Nogueira es ejemplar. Allí explica que estos poetas llegan a la vida cuando en Galicia, años 80, surgen hechos tan sustanciales como la aprobación del Estatuto de Autonomía, el Decreto de Bilingüismo o la Ley de Normalización Lingüística. Entre los criterios de la muestra, además del de la edad, haber publicado al menos un libro (desde 2005) y que los versos de cada uno tengan la debida calidad (por la capacidad de crear "universos poéticos propios y coherentes"). Lo objetivo y lo subjetivo.
Destaca que no hay trazos grupales ni generacionales, que todos tienen estudios universitarios (otra constante de la joven poesía española), que son nativos digitales (el uso de las tecnologías es un asunto insoslayable, sobre todo en lo referente a la difusión de estas obras), que tienen mucha cercanía a la música, etc. Analiza en su minucioso limiar todo lo referente a los premios, las revistas (Dorna, Expresión Poética Galega, por ejemplo), los blogs y el modesto, pero efectivo, mundo editorial gallego
No se trataba, aclara la antóloga, de ofrecer una "panorámica, sino una "muestra de voces representativas". La diversidad. La versión en dos lenguas le aporta una riqueza que no quiero desdeñar.

Mucho por venir. Muestra consultada de poesía asturiana (2008-2017) es un curioso florilegio, publicado por MaremágnuM Ediciones, del que no es responsable una sola persona, como suele ocurrir, sino un puñado de críticos y lectores, diez en concreto, a los que se preguntó por el nombre de sus jóvenes poetas asturianos preferidos. Con estos requisitos: la selección tenía que ser de poetas arraigados en Asturias y nacidos después de 1985. Se recomendaba también que dichos poetas tuviesen al menos un libro publicado o que sus poemas hubieran aparecido en revistas o suplementos de difusión nacional.
De esa encuesta ha salido esta variada selección: Alba González Sanz, Laura Casielles, Cristian David López, Rodrigo Olay, Diego Álvarez Miguel, Sara A. Palicio, Miguel Floriano, Mario Vega, Xaime Martínez, Candela de las Heras y Rocío Acebal. Como en la antología anterior, la presencia femenina es notable. O significativa, cuando menos. Cinco de once. Ya era hora. 
Ya que fui consultado, me agrada comprobar que de los diez nombres elegidos, entre los diecisiete preseleccionados, sólo uno no está en la lista definitiva. Eso sí, de algunos de los libros de estos autores se ha hablado en este rincón y algunos estaban incluidos en la antología Siete mundos, de Carlos Iglesias Díez y Pablo Núñez. No soy especialista en poesía asturiana, pero no cabe duda que los poetas norteños, nada nuevo, están entre los mejores de este país llamado (todavía) España. 
Como bien dice en el prólogo-entrevista José Luis García Martín (una persona fundamental si de la poesía del Principado se trata, incansable animador de iniciativas líricas), "Las antologías consultadas —si se elige bien a quien se consulta— presentan una mayor garantía de objetividad, no dependen solo del criterio de una persona". Ojalá sea el caso. Por lo leído, eso parece. 
Destaca el crítico la "pérdida de provincialismo" de esta nueva poesía. "El centro puede estar ahora en cualquier parte", matiza. Luego declara que "Entre los veinte y los treinta años, hay muchos poetas por los que apostar, un pelotón de promesas. A partir de los cuarenta, ya van quedando menos. La mayoría se dedican a otra cosa o, lo que es peor, a ganar premios" y que en la muestra "podemos encontrar algunas muestras de realismo, ecos del surrealismo, ejercicios de culturalismo, abundante poesía elegíaca, el omnipresente simbolismo". Con la causticidad que le caracteriza concluye: "Los poetas jóvenes tienen una próxima fecha de caducidad, en seguida son sustituidos por otros. Solo unos pocos siguen siendo poetas después de ser jóvenes; la mayoría dejan de serlo, aunque sigan publicando libros de poemas". 

El peligro y el sueño. La escuela poética de Albacete (2000-2016)está publicada por Celya y su editor es el poeta albaceteño Andrés García Cerdán. Aquí la restricción es mayor: no una región o comunidad autónoma, sino una provincia. Con todo, en las cuatrocientas páginas del volumen encontramos lo único que importa, venga de donde venga (no nos vamos a poner ahora, con la que está cayendo, nacionalistas): poesía. Los reunidos son veintiocho poetas, de los cuales sólo seis son mujeres. Tampoco se circunscribe la muestra a la poesía joven, con haberla. Si bien faltan muchas fechas de nacimiento (un gesto de coquetería), el poeta mayor nació en 1959 y el más joven en el 92.
La antología lleva un curioso frontispicio de Antonio Gamoneda, realizado con fragmentos de los poemas de los distintos autores, y un epílogo múltiple que firman los poetas, críticos y editores Antonio Lucas, Carmelo Guillén, Luis Bagué Quílez, Pablo García Casado, Carlos Alcorta, Dionisia García, Javier Lorenzo y Javier Sánchez Menéndez.
Los poetas son, entre otros: Arturo Tendero (el de La siesta del lobo), Rubén Martín Díaz (ganador de los premios Adonais y Ojo Crítico de RNE), Constantino Molina (Premio Nacional de Poesía Joven), Antonio Rodríguez, León Molina (aforista y antólogo de aforismos), Juan Carlos Gea (gijonés de residencia, director del Semanal de Cultura de La Voz de Asturias) y Ángel Antonio Herrera (más conocido en su faceta de periodista). Y el seleccionador, Andrés García Cerdán, que acaba de publicar  Puntos de No Retorno, un libro sólido y solvente que mereció el Premio San Juan de la Cruz de Fontiveros. Tiene razón cuando afirma, en su encendido y pormenorizado prólogo, que a principios del siglo XXI se ha dado en Albacete una suerte de eclosión poética intergeneracional. Digna de estudio y, ante todo, de lectura, añade uno. Desde la periferia, sí, y desde la independencia. Al amor de empeños como Barcarola, una isla de modernidad en ese llano en llamas. O en hielo, si del invierno hablamos. Esto es una prueba de que tan mal no han resultado las cosas en esta España de las Autonomías. Muchas regiones alcanzaron su redención cultural gracias a eso; tan criticado, sin demasiada razón, ahora.