27.1.19

En "siroco" sopló en Cáceres

Aunque ya hay una temprana crónica (con toques de crítica literaria) de la presentación cacereña del "siroco" firmada por nuestro perfecto anfitrión, el juez y poeta Jesús María Gómez y Flores (en el extremo izquierdo de la fotografía), me gustaría contar aquí lo que pasó, siquiera en parte, la noche del pasado viernes 25 de enero en el salón de la Biblioteca Pública Antonio Rodríguez-Moñino/María Brey de la capital provincial (donde presentamos Más allá, Tánger). Por ejemplo, que si de antemano era un lujo contar con José Luis Bernal y Miguel Ángel Lama, lo leído por ellos, al alimón, en una "conversación entre amigos" superó mis expectativas. Las de todos los presentes, supongo. Como dije tras escuchar su muy medido, meditado, concienzudo y aun sabio discurso (que pondrán, no es para menos, negro sobre blanco), sospechaba uno que habíamos agotado todos los modos posibles de presentar un libro de poemas, y sin embargo... En medio de su lectura a dos voces, me interpelaron y hasta me invitaron a leer este o aquel poema por lo que luego, a los postres, cuando me llegó el turno de actuar en solitario, despaché mi lectura con cuatro más. (Eso sí, confieso que me olvidé de uno que me hubiera hecho mucha ilusión leer en esa ciudad: "Ribera del Marco". ¡Ay!) En todo caso, esa lectura hubiera sido innecesaria. Hubiera bastado, sí, con que diera las gracias a los que fueron a escucharnos y punto. Lo suyo, perfecto. Mil gracias. Para preparar algo así hay que echar un rato, y a ellos, como a todos, el tiempo no les sobra. 
Dije agradecimientos y tampoco está de más que, con los consiguientes y disculpables olvidos, mencione a los hermanos Antón, Santiago y Paco, que me dieron la sorpresa de la noche. Y a María José y Antonio, que como Elías Moro (sentado al lado de Carmelo), viajaron desde Mérida. Como lo hizo, desde Villanueva de la Serena, Antonio Reseco (e hijos). En la concurrida sala estaban algunos escritores más: Irene Sánchez Carrón, Teresa Guzmán, Pilar Galán (con su hermana Carmen), Mario Lourtau, Hilario Jiménez (que ahora es la mitad que antes, aunque siga siendo el mismo), Julio César Galán (lo vi al fondo)... Y periodistas de fuste como mi admirado Juan Domingo Fernández (que en su muro de Facebook, de donde tomo la foto que ilustra esto, habla de "una auténtica fiesta de la literatura"); profesores que en su día me invitaron a sus aulas, como Dionisio López (ahora en el IES 'Castillo de Luna' Alburquerque) o Francisco Javier Jiménez (actualmente en el IES 'Norba Caesarina' de Cáceres); empresarios como Diego Hernández, de Grúas Eugenio ("para lo grande y lo pequeño"); libreros como Antonio Sánchez, de El Buscón, muito obrigado, que al menos algún ejemplar vendió; antiguos alumnos, como Marisa, de Montehermoso, ahora profesora de Literatura; lectoras como Sandra Eisenheim, la novia de Antonio Rivero Machina, que no pudo acudir; y, cómo no, mi familia, esta vez, cosa rara, al completo: los cuatro de la dedicatoria del libro: Yolanda, Leticia, Alberto y Carlos. No olvido a mi hermano Jesús y a Carmina.
En primera fila estaba Pilar Gómez Ávila, presidenta de Norbanova, al lado de Deli Cornejo, que, además de organizar el acto con la exquisita eficiencia habitual, imprimieron, a modo de recuerdo para los asistentes, el poema que da título al libro en una cartulina con bonita tipografía. Por cierto, comentó Gómez y Flores que soy el único autor que ha hecho doblete en el Aula de la Palabra, razón de más para estarles agradecidos.
Por acudir, hasta lo hizo un fantasma. Eso dice al menos el diario HOY en su edición de ayer, dando por hecho que allí estuvo Fran Amaya, director de la Editora Regional de Extremadura. Me cuenta que esa era su intención, pero que no llegó a tiempo de un viaje a Lisboa. El que sí estuvo es J. Rey, fotógrafo del periódico. Gracias. A él y, en fin, a todos y cada uno de los que se tomaron la molestia de acudir a esta cita, sepa o no sus nombres. 
No sé si en las fotografías del acto se verá al público y a los de la mesa con "cara de presentación" (tal vez cuando Malama se puso más hondo y trágico, porque tragedia, como a la vida, no le falta al libro), pero les aseguro que no hubo motivos. Creo que lo pasamos razonablemente bien. Después, del Liceo a casa, caña mediante. Un paso. 
Ah, la próxima cita, Oviedo. El 4 de marzo estaremos, si nada se tuerce, en la librería Cervantes (desde 1921). Voy avisando a los amigos y lectores de Asturias. Los de Trujillo y Salamanca tendrán que esperar un poquino.