22.2.19

Recuerdos de Colón

A principios de los noventa, pocos meses después de ganar el premio Loewe, me llamaron desde la Fundación para decirme que el diario El Mundo quería realizar un reportaje para su suplemento dominical en el que aparecerían algunos jóvenes de esos que ahora se llaman emprendedores. De distintas disciplinas, artísticas o no, creo recordar. El caso es que una tarde nos fuimos Yolanda y yo a Madrid, nos subieron a los convocados a la azotea del Círculo de Bellas Artes (y más arriba aún) y nos hicieron unos retratos. Aquello salió semanas después. Por ahí debe andar, perdido en mi desordenado archivo, un ejemplar con ese viejo documento gráfico. 
Al terminar la sesión, Enrique Loewe, que era y es la elegancia y la educación personificadas, nos preguntó si nos apetecía cenar con él. Dicho y hecho. Nos llevó al Club Financiero Génova ("exclusivo para socios e invitados"), en la Plaza de Colón. Al entrar, un señor muy amable me conminó a ponerme la americana que llevaba en el brazo a causa del calor, y una corbata. Por suerte, aunque para las fotos eso fue un inconveniente (no parecía un joven), llevaba una en el bolsillo de mi traje azul marino, modelo BBC (bodas, bautizos, comuniones) con extensión SL (saraos literarios), tal vez la que me regalaron al recoger el premio y que, siendo de seda y muy bonita, en el armario sigue.
Antes de cenar en el lujoso restaurante (uno ha conocido de la mano de don Enrique algunos de los más exquisitos de la capital, como el ya desaparecido Jockey), estuvimos sentados en la terraza que da a Colón. Escuchaba paciente y bondadoso nuestras cuitas (que tanto desentonaban en aquel ambiente); por ejemplo, me acuerdo bien, que uno iba a dejar la carretera (un trasiego diario que ocupó veintitantos años de mi vida), porque iba a trabajar en el Centro de Profesores de Plasencia, algo que nunca llegó a suceder, promesas mediante. 
Si evoco estas historias es porque no pude evitar recordarlas después de ver las imágenes de la última manifestación patriótica de Colón, algunas de ellas tomadas desde edificios y alturas parecidos. Sentado retrospectivamente en aquella terraza, uno se hace, en fin, esta reflexión: cuando más falta hacía que en esta compleja coyuntura los desencantados, antiguos votantes del PSOE tuvieran a mano una derecha liberal y centrada a la que pudiesen, siquiera de momento, confiar su voto, Ciudadanos y el PP se alinean sin complejos con Vox y, en consecuencia, adoptan posiciones de derecha extrema. Es una lástima, sobre todo para los que seguimos buscando, infructuosamente y sin remedio, una "tercera España". ¡País!