El número 31 de Cuadernos de humo, que es a su vez la décima entrega de Donde está el fuego, editado en Nueva York (en Brooklyn, para ser exactos) por Hilario Barrero (que lo fecha el 7 de agosto, un día antes de mi último cumpleaños), reúne, en "La mañana de sábado", siete excelentes poemas ingleses "de amor y muerte" en traducción del propio Barrero. De los poetas George Herbert, Andrew Marvell, Raymond Carver, Philip Larkin, Seamus Heaney, Hugo Williams y Louise Glück. El resto son versos de poetas de estupendos poetas españoles, entre los que señalo a Carlos Medrano, que, como suelo repetir, no se prodiga. Subrayo también que se ilustra con cinco acuarelas de la haikista Susana Benet y que Vicente García reseña con concisión Tus pasos en la niebla, de Pablo Núñez.
Con el tácito permiso del neoyorkino de Toledo, copio el breve poema de mi admirada Glück, aunque también me han encantado, por ejemplo, los de Carver ("Su mujer. Durante cuarenta años la pintó. / Una y otra vez. El desnudo en su último cuadro / igual al desnudo joven del primero. Su mujer") o Larkin ("Las relaciones sexuales comenzaron / en mil novecientos sesenta y tres / (lo que fue más bien tarde para mí) / entre el fin de la prohibición de Chatterley / y el primer elepé de los Beatles").
PRIMER RECUERDO
Hace tiempo fui herida. Viví
para vengarme yo misma
de mi padre, no
para vengarme yo misma
de mi padre, no
por lo que él era
sino por lo que yo fui: desde el principio del tiempo,
en la infancia, creí
que el dolor quería decir
que yo no era amada.
Quería decir que yo amaba.
sino por lo que yo fui: desde el principio del tiempo,
en la infancia, creí
que el dolor quería decir
que yo no era amada.
Quería decir que yo amaba.
FIRST MEMORY.- Long ago, I was wounded. I lived / to revenge myself / against my father, not / for what he was— / for what I was: from the beginning of time, / in childhood, I thought / that pain meant / I was not loved. / It meant I loved.