Jacobo
Cortines
Fundación
José Manuel Lara, Sevilla, 2021. 128 páginas. 12 €
El
sevillano Jacobo Cortines (Lebrija, 1946), traductor y ensayista, reunió
su obra lírica en Pasión y paisaje. Poesía reunida
(1974-2016), publicado
en la colección Vandalia, que dirige él mismo y que celebra las cien primeras
entregas de su catálogo con el florilegio Casi veinte años de poesía
hispánica contemporánea.
Tras Pasión y paisaje (1983; que incorpora
su ópera prima, del 78: Primera entrega), Carta de junio y
otros poemas (1994), Consolaciones (2004, Premio de
la Crítica), Nombre entre nombres (2014), llega Días y
trabajos, que, en homenaje a Hesíodo, canta la virtud del trabajo, que
desconoce el “zángano”. Del trabajo bien hecho, añadiría al comprobar la
excelencia de esta poética escueta y singular como pocas que bebe, con original
naturalidad, de las fuentes clásicas.
De
este libro ya dio Cortines un adelanto en la citada recopilación. Por medio, un
luctuoso, decisivo acontecimiento: la enfermedad y muerte de su mujer, Cecilia Romero de
Solís, Lilí.
El
año pasado apareció la antología En el mejor silencio (con prólogo de Ignacio F.
Garmendia, Renacimiento), que recogía, entre otros poemas amorosos, el tríptico
Pasos de amor. Es acaso la parte más sustancial y emotiva de Días y
trabajos, un libro que comienza
con “De vita beata”, ocho poemas
breves (salvo un par) donde el paisaje –del jardín, sobre todo, un motivo
frecuente–, tan del alma como físico, queda expresado mediante una métrica (endecasílabos,
alejandrinos) limpia y efectiva que no oculta su carácter epigramático (léase “Lluvia).
Tampoco su raíz popular, en el más hondo y andaluz sentido (léase “Pétalos”).
La
condición de miglior fabbro no
le pasa tampoco desapercibida al lector cuando observa el uso que Cortines hace
de la sintaxis. “En esta primavera”, por ejemplo, un poema sin puntos ni comas
que fluye con inspirada elegancia: “recuerda que fui polvo y he de serlo /vida
sin mí yo muerto pero vivo / en esta primavera de mis versos”.
La naturaleza, otra presencia habitual, es protagonista en
“Calendario”.
“Afinidades” agrupa una serie de homenajes: a los músicos
Manuel Castillo y Alberto Zedda (una elegía en forma de monólogo dramático donde
Cortines, entre versos, se confiesa: “Desterré de mi vida la pereza”) y la
pintora Carmen Laffón (“¡Cuánto detrás de estos «Sarmientos», Carmen!”).
“Días y trabajos” se compone de tres poemas largos. “Europa”
(una denuncia de los horrores de la guerra representados en la figura de Ferida
Osmanovic, víctima bosnia de la masacre de Srebrenica, que nos transmite la
medida moral y humanística de Cortines) y “Réplica final” (un elogio de la
mujer y contra el mito de Pandora: “¿Sin la mujer la vida qué sería?”) ya
estaban en libros anteriores.
Se
subrayó la importancia de Pasos de amor,
“uno de los grandes cancioneros de la poesía española
contemporánea”, según Garmendia; digno de alguien que ha traducido a Petrarca. Una
melancólica crónica del dolor, con estaciones de esperanza, que no desdeña la
felicidad del inmortal enamoramiento. “Todo eres tú y todo te responde, / y sin
ti no hay verdad ni hay hermosura”. “Razón de mi vivir será cantarte”.
“Mientras yo viva vivirás conmigo”. “Todo es misterio, amor”. “Te pienso, te
vivo, te converso”.
Allí, la casa, refugio y fortaleza que tiene por
centro el jardín. Y ya que de casas hablamos, en Micones se fecha, el 6 de
abril de 2020, “Extraño regreso”, un espacioso poema meditativo (como su
memorable “Carta de junio”) escrito durante el pandémico confinamiento y que,
como quería Eliot, mezcla lo sustancial con lo anecdótico, lo grave y lo menudo.
Le acompañan en la finca donde pasó su infancia (que regresa a ráfagas) una
parte de su familia (un hermano seriamente enfermo, una joven embarazada…). No
falta su mujer: “y en su dolor a solas / el nombre de ella invoca como
bálsamo”. “Mejor volver a los recuerdos”, escribe un hombre “adulto, solitario,
/ desengañado y triste”.
Con Coda, siete poemas nuevos de distinta extensión, se cierra
el círculo. Ahí, la muerte: “También yo he de morir”. Y, como siempre, Cecilia:
“Que tu recuerdo se convierta en bálsamo / hasta el momento en que contigo
duerma”. Porque “Todo es y no es al mismo tiempo, / y todo pasa y nada
queda inmóvil, / pues la quietud destruye y aniquila”.