2.6.23

Adioses


Dos poetas consagrados (o eso se decía antes, cuando no todo valía y se respetaba el canon), Antonio Moreno y José Luis Rey, han decidido que van a dejar de publicar nuevos libros de poesía. 
El primero (Alicante, 1964) acaba de dar a la imprenta Al Dios sin nombre, que ve la luz en la colección palentina Cálamo (lo he reseñado para El Cultural) y en la nota editorial leemos que con este libro "su autor concluye la publicación de poemas". No es escasa la obra ya publicada, que incluye no sólo libros de poesía, sino también dietarios y libros de viaje. En editoriales como Pre-Textos, Tusquets, la Veleta o Renacimiento. Con todo, apena que un autor al que tanto admiramos diga que no volverá a entregarnos nuevos versos. Menos mal que podremos releer (que es en realidad un leer de nuevo) lo ya conocido.
El segundo, más joven, nacido en Córdoba en 1973, ha publicado, entre otros y en poesía, La familia nórdica (Premio Jaime Gil de Biedma), Barroco (Premio Loewe), Las visiones (Premio Tiflos), La fruta de los mudos (Premio Ciudad de Melilla) y La epifanía, todos en Visor. En la contracubierta del último, El dorado (está entre mis lecturas recientes), después de mencionar que es "cima y síntesis de toda una obra", leemos: "Con este libro se cierra la obra poética del autor. Como dijera Jorge Guillén, la obra está completa". 
En uno y otro caso, si se cumplen sus pronósticos, podemos dar fe de que cierran su poesía, digamos, por todo lo alto. Con libros excepcionales y logrados. Broches de oro, sin duda, por usar la manida frase. 
Otro poeta, y no uno cualquiera (del que, por respeto, no puedo dar el nombre), me decía que estaba sopesando abandonar el noble arte de hacer versos. 
En el último tomo de sus diarios, Éramos otros (que ahora tengo entre manos), Andrés Trapiello escribe: "Lo peor de la vejez no es tanto que uno olvide las cosas que ha dicho, sino que empieza a repetirlas". 
A todos los que tenemos una edad y algunos libros a la espalda nos amenaza esta posibilidad. Y nadie quiere, claro está, caer en esa trampa.