Sobre el azar del mapa se
articula en torno a la reelaboración de los recuerdos suscitados por dos
viajes, uno a Sofía, la capital búlgara, y otro a Grandson y Ginebra en Suiza.
Recordar es volver a pasar por el corazón y es justo eso lo que lleva a
cabo Álvaro Valverde en los poemas que conforman las dos partes del
libro, Cuaderno de Sofía y Cuaderno suizo. Al
volver a pasar por el corazón y al transformarse en materia poética la memoria
se (re)inventa, manteniendo a la vez la precisión, rasgo determinante de la
poesía, como tan acertadamente señalaba Joan Margarit.
Según señala el autor en el
epílogo, el hecho que los poemas de ambas partes no tengan título sino que se
sucedan numerados "dan a entender que son fragmentos de un poema
único". La continuidad apunta a la construcción de un efecto de fluidez, a
la elaboración de un lugar mental simétrico al geográfico, un lugar que es a la
vez un tiempo (el tiempo interior en el que recreamos o revivimos el tiempo
físico de un viaje).
Cuaderno de Sofía da cuenta de un viaje de
invierno y eso es importante. En las ciudades del este de Europa la nieve, tan
presente aquí, es un elemento decisivo del imaginario urbano y también
sentimental: "Cae la nieve/ con esa parsimonia que le es propia/ a este
tiempo feliz e intempestivo". La imagen de un árbol deshojado,
impresionante en su fragilidad, "deslumbra": "Desde el hotel,/
un árbol deshojado/ sostiene su belleza/ en esas ramas/ dibujadas de blanco/
por la nieve./ Contra los muros grises/ nos deslumbra". La poética del
fulgor es fundamental en Sobre el azar del mapa: los recuerdos
refulgen como fotografías vívidas, alumbran el fluir vital con su fogonazo en
un perpetuo presente. Cabe destacar en este sentido que el tiempo de los poemas
es el presente, que se describen las imágenes como se estuvieran contemplando
en el mismo momento de su escritura, construyendo así un efecto muy
eficaz.
Al viajar aprendemos "que
se hizo la distancia/ para amar lo recóndito", que ciudades lejanas
destilan un imaginario afectivo que envuelve nuestra intimidad, un imaginario
podemos incorporar a nuestras geografías interiores. Si desde Rimbaud sabemos
que Je est un Autre, la vivencia del viaje nos proporciona de
manera corporal la sensación de llevar en palimpsesto la propia ciudad al
recorrer una distinta y la experiencia y el sueño de ser otro: "Lleva uno
a otra ciudad/ su ciudad dentro./ Con ella la compara./ En ella sueña/ ser
siquiera unos días/ alguien que es otro". El paisaje urbano es inseparable
de la historia colectiva, que juega un papel destacado en Sobre el azar
del mapa, especialmente en Cuaderno de Sofía: "Aquí
en la periferia,/ que es donde las ciudades se confunden,/ aprecia uno a las
claras la fealdad/ de esa arquitectura comunista/ que encontramos también en
las afueras/ de Bucarest, de Praga o de Varsovia./ La tosquedad opuesta a la
belleza". Una desoladora historia que proyecta sus sombras sobre el
presente, cuya luz es "precaria y triste" y construye la melancolía
como rasgo definitorio del ambiente: "Sin embargo, es la melancolía/ el
verdadero genio del lugar./ El presente proyecta una sombra pesada/ que
oscurece la espera de un amable mañana./ No basta con soñar lo que es
posible".
Si en Cuaderno de Sofía leemos
"Toda vieja ciudad guarda un secreto./ También esta", el secreto es
también un núcleo de significación fundamental en Cuaderno suizo: "¿Qué
secretos esconden esos cuartos/ donde vive el misterio de la noche?". El
secreto es consustancial a la poesía (cabe recordar en este sentido que Joan
Margarit hace unas magistrales reflexiones sobre el misterio y la poesía
en su ensayo Un mal poema ensucia el mundo). Estamos
hechos de tiempo ("una música que es tan enigmática/ como este tiempo del
que estamos hechos") y vivimos en la casa de la poesía: "Si la poesía
es una casa/ esta es por demás habitable". Incluso los trayectos que no
recorrimos se convierten en materia poética: "Añoro ahora el paseo que no
di/ por la orilla del lago Nêuchatel".
Al recorrer Ginebra se reviven las
huellas de autores como Borges, Costafreda, Sucre, Zambrano, Valente, Gimferrer
o Duque, se toma conciencia en los magníficos versos finales de que se
trata de "Tonos de la poesía, delicados,/ y por eso capaces de rendir la
derrota". Sobre el azar del mapa es un libro de una
belleza sobria y serena, una melancolía vital y luminosa.
Ioana Gruia
infoLibre. 6 de marzo de 2024